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ARTEVIRGO, desde La Aldea, miradas y voces

el niño que salvó a su padre con un acertjo

el niño que salvó a su padre con un acertjo

Érase que se era un niño, el cual tenía a su padre condenado a cadena perpetua en las lúgubres mazmorras del castillo de un rey muy amante de los acertijos, y además, éste tenía fama en muchas leguas a la redonda de que era capaz de solucionar hasta los más difíciles. Cierto día el rey vio al niño que acudía a visitar a su padre preso y prometió dejarlo en libertad si le traía un acertijo tan difícil que no pudiera acertarlo.

El niño regresó a casa y se pasaba los días y las noches preguntando o cavilando acertijos, pero los que se sabían en su aldea eran demasiado fáciles, hasta que un día su yegua enfermó gravemente y decidió matarla para salvar al potrillo escondido en su redonda panza. Después puso a secar el cuero de la yegua difunta y preparó un aparejo que le sirviera para cabalgar en el potrillo, ahora convertido en hermoso caballo.

Una mañana en que pasaba cerca de la torre de la iglesia vio el niño cómo una cigüeña blanca llevaba un racimo de uvas maduras a los cigoñinos que aguardaban impacientes en el nido. Encaramose el chaval al campanario y, en un descuido de la cigüeña y sus hijos, logró arrebatarles el racimo y, estrujándolo, llenó un vaso de zumo. Y sin perder más tiempo, enderezó su caballo rumbo al castillo, pidió audiencia y una vez en el salón del trono dijo a su Serenísima Majestad: “aquí te traigo, buen rey, un vaso de vino que una cigüeña de plumaje blanco se quedó con las ganas de compartirlo con sus pequeñuelos. Vengo a caballo en lo que nunca ha nacido y traigo las piernas encima de su madre”.

El rey, como no pudo resolver acertijo tan enrevesado ni con la ayuda de sus consejeros ni de toda la corte, se vio obligado a libertar al padre de aquel muchacho tan ingenioso. Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Cuento popular, extraído de Acertijero popular español, de José Luis Gárfer y Concha Fernández.

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