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ARTEVIRGO, desde La Aldea, miradas y voces

TERTULIAS

Velada de tertulia literaria en Tasarte

Velada de tertulia literaria en Tasarte

La noche del sábado tuvo lugar una tertulia literaria en Tasarte. Unos veinte lectores interesados departieron con Ezequiel Ramírez, quien se reunió con ellos para presentar su última novela El valle de los espejos rotos.

En este encuentro, celebrado en el Salón Social de Tasarte, el autor comentó los motivos que lo impulsan a escribir y diversos aspectos de su última novela y de la anterior, El fajín rojo.

Durante cerca de dos horas se prolongó la presentación en una agradable tertulia en la que no faltaron comentarios sobre la idiosincrasia de Tasarte, tradiciones, anécdotas populares, cuentos y leyendas de aparecidos y embrujos, y otras aportaciones que nutrieron un acto rico en familiaridad, diálogo y tradición.

Se destacó al final la escasa incidencia de las actividades culturales en pueblos y pagos alejados de los circuitos oficiales, casi siempre centradas estas actividades en los cascos de los municipios, y que obvian a tanta población que, aunque dispersa en la geografía de nuestros barrancos grancanarios, está ávida de actos culturales.

Este que les comenta no deja de observar que, después de haber participado en dos presentaciones de esta misma obra, con alta presencia de público, en La Aldea y en Las Palmas, apuesta sin vacilaciones por esta celebrada en Tasarte. Hubo cercanía, enriquecimiento mutuo, complicidad notoria de lectores y autor y, sobre todo, lo principal: un público agradecido y entregado porque se le tiene en cuenta.

No estaría de más que los responsables de la gestión cultural de nuestros pueblos, ciudades y de toda la isla, tomaran nota de la importancia de actos como este, por el derecho que asiste a todos los ciudadanos a ser iguales, sobre todo en las oportunidades sociales, educativas y culturales. La tertulia en Tasarte es un claro ejemplo de cómo la iniciativa ciudadana se adelanta a la falta de oferta cultural: fueron los mismos lectores quienes invitaron al autor y organizaron la actividad literaria.

Por lo demás, en mi nombre y creo que en el de Ezequiel Ramírez también, doy las gracias a la gente de Tasarte, por invitarnos a pasar con ellos unos momentos tan especiales, como especiales fueron su trato y las muestras de su tradición oral que compartieron con nosotros.

DE TERTULIA CON JESÚS VALENCIA

DE TERTULIA CON JESÚS VALENCIA

Ayer tuve una visita que, por inesperada, no fue menos agradable. Me llegó Suso Valencia con su algarabía, con el encargo de copiar unos discos de Aznavour.

Inmejorable excusa para charlar con los ojos -como sólo él sabe- y para libar con lujuria un licor de moras que siempre se nos queda poquito.

No sé que me tiene Jesús que siempre acabamos contando hechuras propias y ajenas, recientes y añejas, en las que las palabras asombran por certeras, por chispeantes, por guardar como tesoro el carácter de quienes las usan o usaron.

Cada visita suya es un descubrimiento, una pasión por la sorpresa y por la belleza de la tertulia. Y en cada una de ellas propone un reto: ¿no hay nadie que estudie eso?, ¿y se va a perder? ¡Fuerte coraje, tú!

No sabe mi amigo que la sapiencia oral sobrevive a la maldición de los abecedarios, que parece que los inventaran para llevarnos a perder la memoria. Otra cosa es recoger por escrito esas expresiones y exhibirlas como objetos raros y valiosos, en libros-vitrina, y creerse dueños de ellas por coleccionarlas, clasificarlas y redactar bonitas sandeces académicamente correctas.

Lo que realmente es necesario es que haya más hablantes como Suso, que ejerzan de narradores, conversadores o alegantines, que se asombren descubriendo palabras, expresiones, anécdotas inteligentes e inteligibles, y que las enuncien, para que existan en la breve felicidad de una conversación.

Ni siquiera es importante que sean de la propia vida, de la propia familia, vecindad, barriada, o del propio pueblo, porque la intuición plástica de los significantes y de sus significados está por encima del cascarón donde nos toca crecer. O quizá se trate de proponer a todos lo que nos singulariza, para humanizarnos.

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