PAISAJES EN EL RECUERDO. LOS ÁRABES, PALESTINA Y CANARIAS. AWAB MAHMOUD
Hace unos días leí la esquela del palestino Aba, en un periódico de Las Palmas de Gran Canaria. Y cuántos recuerdos me llegaron de cuando niño los veía hablar y farfullar. Los árabes… Rafaelito Oda, Pepito Franco, Pepito Hassan, Yusef… una media docena de ellos se habían establecido en La Aldea a mediados del siglo pasado. No recuerdo el timbre de la voz de Aba, sólo su rígida y silenciosa figura en la puerta de su tienda, en La Plazoleta de El Barrio. La esquela rezaba: Awad Mahmoud Ahmad, fallecido en Amán Jordania, con un verso del Corán y la media luna al lado. Murió en su tierra, en la que tanto peleó contra los ingleses primero y los sionistas después; la mítica Palestina, la Canaán de Abraham, el patriarca de judíos y árabes; la tierra de Jesús de Galilea y desde donde Mahoma también subió al Cielo… Tierra deseada y disputada desde los primeros albores de la humanidad por cananeos, filisteos, israelitas, romanos, árabes, cruzados, mamelucos, otomanos, ingleses, sionistas, pero siempre la tierra de los naturales de allí, palestinos, sean árabes, judíos o cristianos…
Aba no ha podido ser enterrado en su pueblo natal, Turmasaya, ocupado por el estado de Israel desde 1967, una localidad ubicada entre Ramallah y Jerusalén, ciudad sagrada donde la tradición religiosa cristiana, judía e islámica funden sus creencias.
El paisaje en mi recuerdo de hoy está en las calles y caminos polvorientos del oeste y centro de Gran Canaria, cruzados de vez en cuando por aquellos comerciantes palestinos de a pie, con el fardo al hombro, de tez morena como la nuestra, sudorosa por el esfuerzo de la pesada mercancía: telas, confecciones, baratijas… pregonadas con el peculiar acento: “Senniora, bueno, bonito y barato… lo quedas, lo pagas cuando vuelva…”
Descansaban en alguna tienda para comer. Con un pan y un kilogramo de plátanos se mantenían todo el día. Detrás del mostrador de la tienda de mis padres, en Los Espinos, recuerdo observarlos atentamente y oírlos hablar, en aquel castellano trastocado de risueñas sintaxis, de sus peripecias del comercio ambulante. Eran vendedores de paso, árabes desconocidos que aparecían de vez en cuando, sin saber de dónde venían. Otros hermanos palestinos ya habían pasado por los sufrimientos de la venta ambulante y se hallaban establecidos en el pueblo desde finales de los años veinte y principios de los treinta.
Poquito más arriba de mi casa había puesto tienda primero Aba y más tarde Rafaelito Oda, y más al fondo de valle, en el pueblo, estaban los demás, unos en tiendas de abacerías o de tejidos y otros con fincas y almacenes de empaquetado. Todos conocidos y apreciados en el pueblo. La tienda de Rafaelito Oda era nuestra competencia, sana competencia y estrecha relación familiar con sus hijos.
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2 comentarios
Jennifer Guerra -
Un saludo cordial y felicitaciones por la página.
lacorsariadetusmares@yahoo.es
Marcial González -
En pocas ocasiones encontramos personajes de esta altura histórica, que pasan desapercibidos en nuestros pequeños pueblos, en nuestras calles, en las anécdotas o en la memoria oral de sus convecinos. Pocas veces puede caerse en la sorpresa de haber convivido con personas de su altura moral y calidad humana.
Awab Mahmoud, pieza clave en el movimiento de liberación del pueblo palestino, cofundador del Club Hispanoárabe de Las Palmas de Gran Canaria, miembro de la siempre querida comunidad palestina aldeana, comerciante amable y honesto, un hombre religioso y espiritual, fundador de una familia en nuestra Aldea de San Nicolás. No es poco.
Infonortedigital presenta esta semblanza en un momento especial para Palestina, la tierra por la que Aba luchó tanto, hoy dividida y convulsionada por la amenaza de una guerra civil latente. Sirva esta publicación como muestra de un ser excepcional que habitó entre nuestra tierra y la suya y que, como muchos que se sacrificaron con él, merece una patria que nunca empieza a ser realidad plena, sin muros ni cortapisas.