LA MARAVILLA, CONVERTIRSE EN CELEBRACIÓN
Vienen a ser ofrecidas, ahora, las palabras de Marcial González Medina. Y recalco en este momento, porque las hay de juventud y tan recientes. Pero a mí se me apegan juntas todas maduro aliento necesario alcanzado, ahora -decía-, a todo aquel que se atreva a venirse a su escucha.
Atrevido será el que se pare en este cruce de contenciones y desamarres. Pero recibirá múltiples y sugerentes andenes por donde ir (arrente, barranquera abajo) hasta la desembocadura de un tiempo que ya no es; de un año y múltiples días que, convertidos en playa o puerto remansados, devengan ya (ahora) fiesta de los sentidos que llevan a la mar (al amar).
Bienvenidas sus sílabas puesto que injusto era que permanecieran en las galerías reservadas de la intimidad. La palabra, amigo, debe estamparse siempre en el otro. Sea lanzada al lugar que sea.
El zarpazo será no dejarnos indiferentes; la maravilla, convertirse en celebración.
Estampido y maravilla derive en ti, lector, este regalo del amigo Marcial para el nuevo día.
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1 comentario
Marcial González -
Finalmente dedico este poemario a mi familia, a la que le robo tiempo de su cariño para estar con mis embelecos mis palabras y mis ensoñaciones. En especial a mi padre, Ofelio González Almeida, que ya no está pero siempre está en mí. Él me enseñó a manejar tanto el sacho como la pluma y me dejó elegir, como siempre.