UN LIBRO NUEVO SOBRE LOS OFICIOS Y LA VIDA EN NUESTROS MONTES Y PINARES
El Pinar lo tenemos ahí mismo, encima del valle de La Aldea, por donde nos sale el sol todas las mañanas y por donde, a la prima, la luna llena surge y juguetea entre los picachos y las viejas copas de los pinos de El Viso.
El Pinar ha estado siempre ligado a nuestra gente de antes. Me contó hace tiempo el nonagenario Juan Pablito Montesdeoca, que en paz descanse, en su finca de La Cruz de la Cañavera, alzando la vista hacia los primeros pinos que están sobre la Cueva del Mediodía, que el pinar daba mucha vida: “Los de abajo a la mar y los de arriba al pinar, es lo que decía la gente de antes”. Y él, como era de arriba, se lo conocía al dedillo, como también la gente de El Hoyo y de El Pinillo, muchas de las cuales, en los años del hambre, los de la posguerra, trabajaron allá arriba recogiendo pinocha, haciendo carbón, trayendo a escondidas algún timón, recolectando leña… muchas veces con el estómago vacío. En una ocasión me contaron que un joven de El Pinillo, que solía ir con el burro de su padre a buscar pinocha al Pinar, en tiempos del hambre, le dijo a su padre: “Pa, no hace falta subir con el burro, que yo puedo traer los haces de pinocha al hombro, y la ración de millo del animal me la como yo, porque estoy pasando mucha hambre”.
Todos esos cuentos del Pinar los acabo de recordar con el nuevo libro de José Navarro González, mi estimado amigo Pepe Cuevas, que se titula Los Oficios del Bosque, una visión antropológica del aprovechamiento forestal en Gran Canaria en la primera mitad del siglo XX y que acaba de publicar la FEDAC, organismo autónomo del Cabildo de Gran Canaria. No se podía esperar otra cosa tan interesante como ésta después de que hace unos años escribiera otro interesante trabajo etnológico como las Salinas tradicionales de Gran Canaria.
Pepe Cuevas también conoció a Juan Pablito Montesdeoca, quien le contó también tantas cosas del Pinar cuando investigaba este tema que acaba de publicar. Entre otras recuerdo que aquel día Juan Pablito no se acordaba, como tampoco ninguno de los más viejos de El Hoyo y Tocodomán, del uso de los tantos hornos de brea que dan nombre a la cima más alta de nuestro municipio: La Montaña de Los Hornos. Pero sí le habló del carboneo, de la recogida de leña y de los tantos trapicheos que, a escondidas de los guardas forestales, hacía la gente de aquí abajo para poder sobrevivir. Y así como lo hizo con Juan Pablito y otros tantos informantes de El Hoyo y del Pinillo, Pepe Cuevas lo repitió con decenas de informantes de otros municipios, a la vez que consultó las más variadas fuentes escritas. Todo condujo primero a una tesis doctoral con la máxima calificación y luego este libro de 432 páginas.
Les aconsejo su lectura por amena e instructiva por el buen estilo -Pepe escribe muy bien- y por los contenidos sobre oficios ya desaparecidos (carboneros, aserradores, resineros, timoneros, leñadores…) arquitecturas en desuso (hoyas carbonera, hornos de brea, refugios…) y formas de vidas en el Pinar de ayer, un bosque habitado, humanizado, alejado del concepto de espacio natural que de él hoy tenemos, donde el dominio y conocimiento que de él tenía la gente, nuestros abuelos, y la carga vivencial de los años de trabajo en el pinar, conforma todo un rico y complejo universo de relaciones sociales. Es todo un universo simbólico cargado de significados, que lo pueden ustedes saborear, repito en este interesantísimo libro.
Saludos Siso
2 comentarios
artevirgo -
Mª Luisa Quintana Hernández -
Un saludo