los rescoldos
A esta hora, las 22:24 en Gran Canaria, se están dando avisos por parte de las autoridades de que los diferentes focos del incendio están controlados, aunque se mantiene la alerta, en previsión de que se produzcan rebrotes por cambios de dirección del viento. A pesar de que las temperaturas han descendido un poco y comienza a llegar aire más fresco procedente del Atlántico, aún persisten los efectos de la bolsa de aire cálido que nos llega desde el continente africano. Debido a la orografía tan accidentada de nuestra isla, dependiendo de la orientación de las zonas afectadas, tiene efecto el aire fresco del océano o la ola de calor sahariano.
Desde el viernes 28 de julio hemos sufrido unas temperaturas altísimas que han llegado a superar los 48 grados centígrados a la sombra. A eso se le unieron rachas de viento superiores a los 70 km por hora y un descenso anormal del nivel de humedad. En esas condiciones ambientales es en las que mejor se propaga el fuego.
También hay que añadir que nuestra masa boscosa, formada en su mayor parte por el pino autóctono canario, no se encontraba todo lo cuidada que cabría desear: en muchas zonas los ramajes secos, la pinocha (manto de hojas de aguja de pino), las piñas y otros rastrojos han servido de yesca para un incendio que ha devastado la tercera parte de la superficie arborícola de Gran Canaria.
Paradójicamente, la especie vegetal menos afectada será el pino canario, un árbol adaptado a lo largo de los siglos a los incendios producidos por los volcanes que han conformado el archipiélago.
Otros vegatales, sobre todo sotobosque, cardones, veroles, tabaibas y otras especies de plantas crasas autóctonas han sufrido peor suerte. También se verán afectadas muchas aves endémicas, como el canario silvestre, el picapinos o carpintero, o el pinzón azul, especie en proceso de extinción relegada precisamente a esa zona quemada.
Desde el viernes 28 de julio hemos sufrido unas temperaturas altísimas que han llegado a superar los 48 grados centígrados a la sombra. A eso se le unieron rachas de viento superiores a los 70 km por hora y un descenso anormal del nivel de humedad. En esas condiciones ambientales es en las que mejor se propaga el fuego.
También hay que añadir que nuestra masa boscosa, formada en su mayor parte por el pino autóctono canario, no se encontraba todo lo cuidada que cabría desear: en muchas zonas los ramajes secos, la pinocha (manto de hojas de aguja de pino), las piñas y otros rastrojos han servido de yesca para un incendio que ha devastado la tercera parte de la superficie arborícola de Gran Canaria.
Paradójicamente, la especie vegetal menos afectada será el pino canario, un árbol adaptado a lo largo de los siglos a los incendios producidos por los volcanes que han conformado el archipiélago.
Otros vegatales, sobre todo sotobosque, cardones, veroles, tabaibas y otras especies de plantas crasas autóctonas han sufrido peor suerte. También se verán afectadas muchas aves endémicas, como el canario silvestre, el picapinos o carpintero, o el pinzón azul, especie en proceso de extinción relegada precisamente a esa zona quemada.
En cuanto a las personas, y esta es la mayor de las suertes, no ha habido que lamentar muertes por el incendio, aunque muchas casas y fincas han sido arrasadas. Ya se está produciendo lentamente el retorno de los miles de desalojados a sus pueblos, siempre con precauciones y seguimiento de las autoridades y de los servicios médicos.
Personalmente, he vivido este incendio con la mayor de las desazones. Lo que se quemó no queda en árboles, casas, lomas o montes. Se quemó mucho del patrimonio intangible de nuestra cultura, ligada años atrás, antes de la llegada del turismo, a la agricultura, el pastoreo o los oficios propios de la explotación tradicional económica de los pinares. Por allí transitaron y sobrevivieron nuestros antepasados y dejaron las huellas de su forma de vida, y todo eso quedó en cenizas o en recuerdos de los más viejos. Los que vivimos aquí no nos sentimos dueños de la naturaleza, sino parte de ella. Por eso, con desastres como éste, nos sentimos quemados también nosotros.
En Tenerife, mientras tanto, la situación sigue siendo muy grave, porque la masa boscosa de esta isla hermana es superior, pero igual de vulnerable. Y como ya explicaba antes, el clima no ayuda. Y la pesadumbre y el dolor no terminan, porque lo mismo puede ocurrir en cualquiera de las otras islas con bosque: La Palma, El Hierro o La Gomera (en esta última hubo un incendio, afortunadamente extinguido, hace escasamente cuatro días).
Estos hechos terribles ponen al descubierto algo que era un secreto a voces: nuestras islas, con gran parte de su territorio declarado reserva de la biosfera, con unos bosques poco cuidados, con escasos medios logísticos o profesionales, son el escenario perfecto para una catástrofe de esta magnitud.
En Tenerife, mientras tanto, la situación sigue siendo muy grave, porque la masa boscosa de esta isla hermana es superior, pero igual de vulnerable. Y como ya explicaba antes, el clima no ayuda. Y la pesadumbre y el dolor no terminan, porque lo mismo puede ocurrir en cualquiera de las otras islas con bosque: La Palma, El Hierro o La Gomera (en esta última hubo un incendio, afortunadamente extinguido, hace escasamente cuatro días).
Estos hechos terribles ponen al descubierto algo que era un secreto a voces: nuestras islas, con gran parte de su territorio declarado reserva de la biosfera, con unos bosques poco cuidados, con escasos medios logísticos o profesionales, son el escenario perfecto para una catástrofe de esta magnitud.
Al margen de responsabilidades, culpas o pecados, es hora de remediar con reforestación, limpieza, acondicionamiento y medios de emergencia suficientes para atajar lo más pronto posible siniestros tan devastadores.
3 comentarios
Mª Luisa Quintana Hdez -
Saludos
Mª Luisa Quintana Hdez
Marcial González -
También he pasado yo por tu blog, y es cierto que compartimos intereses, de lo cual me alegro.
Mi casa es tu casa.
Luis Vea García -
Saludos.