OJOS EN EL PAPEL
Primero escribió “mapa” y pasó una línea horizontal y firme, apretando el trazo. Levantó la pluma y, a través de la calima que se filtraba por la ventana, la imaginó tendida en toda su blancura. Inventó sus recodos, respiró sus meandros nunca vistos y adivinó en el vaivén de su respiración lenta un gran sueño de saliva y caricias. Sus párpados deberían de estar semientornados, casi a punto de no querer regresar nunca a la vigilia de sus ausencias. Delante de la raya probó a escribir varias palabras casuales, pero no se produjo el milagro del ritmo. Definitivamente no encontraba verso alguno en su estómago. No había metáfora capaz de disfrazar las ansias de correr a buscarla, a ninguna parte.
Probó a vaciar la tinta de la estilográfica, cambiar de color, soplar el papel, mirar hacia las estanterías de los libros amados y olvidados. Y vio el lomo gris de Hojas de hierba. Querido Walt Whitman, que estabas cuando el futuro amenazaba con no llegar, dulce viejo sonriente que predijiste el amor en todo ser, en toda materia, intercede por mis tristes momentos. Eso pensó y la mano del poeta le señaló cada lunar de ella, y dijo adiós mirándola con eterna bonhomía.
4 comentarios
Juan Antonio -
La lectura de tu entrada me hizo pensar sobre la obra y vida de Whitman, y lo difícil que es para muchos genios poder salir a la luz y dar a conocer su obra. Por tal motivo publiqué ayer en mi blog "El loco de la colina mágica" un post titulado "Genios en el anonimato". Es el siguiente:
Walt Whitman publicó mil ejemplares de su libro de poemas "Hojas de hierba", en 1.855, con mucho sacrificio. Regaló unos cuantos y vendió muy pocos.
La crítica no le era favorable hasta que Ralph Waldo Emerson, poeta, filósofo y ensayista leyó su libro y quedó encantado con él, escribiéndole una carta animándolo a seguir. Eso le dio ánimo y fama para continuar escribiendo y fue el preludio de una larga carrera de éxito como escritor.
La misma obra fue publicada en innumerables ocasiones revisándola y ampliándola, la última y definitiva en 1.892, llegando a ser uno de los libros de poemas más considerados de Estados Unidos de Norteamérica.
Yo me quedé encantado con su lectura que tuvo lugar hace muchos años, recibiendo mucha influencia de él.
La conjura de los necios fue escrita por John Kennedy Toole en 1.962, mientras realizaba el servicio militar en Puerto Rico.
Toole solicitó su publicación a varias editoriales, pero siempre fue rechazada. El autor, desesperado, se suicidó. Su madre, creyendo en el valor de la novela de su hijo, insistió ante varias editoriales, pero nunca tuvo éxito. Hasta que le rogó al escritor Walker Percy que la leyera. A duras penas consiguió que le echara un vistazo a las primeras hojas. Se quedó tan entusiasmado que continuó leyéndola y al final quedó maravillado por el valor de la obra.
Finalmente, fue publicada consiguiendo el Premio Pulitzer de 1.981, siendo una de las novelas más vendidas en varios países durante un tiempo.
El título de la obra proviene de una cita de Jonathan Swift, escritor satírico irlandés: Cuando aparece un genio lo reconoceréis porque todos los necios se conjuran contra él.
He releído el libro tres veces, pues desde el principio me pareció una obra genial.
Saludos.
Juan Antonio
P.D. Marcial, ruego borres el mensaje anterior, pues se produjo un error de impresión. Gracias.
Juan Antonio -
¡Qué grande es Walt Whitman!
Fue uno de los primeros que me hizo encontrar la delicia de la poesía e influyó mucho en mi forma de escribirla durante un tiempo.
Memorable es "Canto a mí mismo":
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.
Versión de León Felipe
Un abrazo.
Juan Antonio
Marcial -
Enrique García Valencia -