MAYO
Basta un mayo roto
por el tallo, un ramo
de palabras solícitas,
ecos de las frutas aireadas.
Mirar los celajes intensos,
como siempre que las horas
escarban y encuentran.
Del cielo las alturas,
de mi fluir los vértigos.
Luego todo mayo es un pasaje,
un paso que cimbrea
y turba los empeños.
¿Cómo olvidar lo podrido,
cómo evitar el lento aleteo
del tedio?
¿Puede este cielo oscurecer
tanto haz de escombros?
¿Pueden tantos ojos heridos
transitar entre vistas
y perfumes gratos?
Es de infames
practicar la orfebrería
aburrida de la ceguera,
y no es preciso un mayo
que derrame sus jugos
entre el asombro y el espanto.
Osado mayo, que pretendes
aromas y vuelos de insecto,
esconde tus preciados
delirios, deja de pintarme
banderas en las pestañas,
que no veo lo que miro
y no existo lo que me vivo.
No emergen los poros
de las márgenes alegres
ni de las veladuras.
Qué solo quedas en este agrio himen...
1 comentario
perera -
La cuestión que aquí está presente -interpreto- es esa desgarradura que se da en la contemplación cuando, en un instante de la misma, volvemos a ser consciente de que aquello que contemplamos en fugaz (por mucho que lo deseemos eterno); de que la vida sigue su rumbo diario a pesar de los deleites extáticos.
La utopía, lo \"a conseguir\" es hacer cotidiana tanta belleza que nos rodea: en el cielo, en la nubes, en el aire, en los cuerpos, en los ojos, en la tierra y hasta en los excrementos.
Celebración que es la vida; mayo que es ella.