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ARTEVIRGO, desde La Aldea, miradas y voces

la alameda

la alameda

La perspectiva lleva la mirada al fondo, a la casa donde nací. La plaza está velada con la luz amarillenta de las farolas y reproduce una soledad y un silencio tristes. Es de noche en La Alameda y es de noche para La Alameda. No se oyen risas de niños, ni se ven jóvenes alegres estrenando ropas. Ya no se siente el golpeteo de las pelotitas de los futbolines. Por no haber, ya no hay ni gentes con prisa, que no apuran el paso entre las miradas de las parejas y pandillas que ya no conversan ni pasean en la plaza. Verbenas, escondite, helados, banderines, caricias, miradas, discusiones, cervezas, citas, sopladeras, turrones, barajas... Nada.

Los viejos se fueron, los niños crecieron y emigraron. Nadie nace aquí, nadie será de aquí.

5 comentarios

artevirgo -

Razón no te falta, gata. Se queda uno pensando que nos reducen a un mando. Con dos botones.

Gatopardo -

Vecino, yo hubiera pensado: ahora todos están pegados a la televisión, y ya no salen a la calle, porque los han mentalizado de que las barbaridades que se les ocurren a los guionistas pueden ocurrirte si sales de noche, y entonces, para evitarlo, viven por delegación una vida ficticia como espectadores, que sólo tienen el protagonismo cuando deciden apagar la tele e irse a dormir.
Saludos
Nacen, nacen muchos niños, pero ya no juegan en la calle.

Mª Luisa Quintana Hernández -

Amigo Marcial,gracias por poner la plaza y la casa de mis primas aunque lejanas pero como el roce hace el cariño las recuerdo con mucha ilusión.

perera -

He de reconocer que lo más que me llama, del texto, revolotea como un tinteneo en las palabras del final: \"Nadie nace aquí, nadie será de aquí\".

Vaya tromba llevan estas palabras, que no pueden dejar indiferentes a nadie. Son palabras que despiertan. Son sonidos que (párate, párate) hacen tanto pensar. Volveré a pensar y a escribir sobre ellas.

perera -

Es curioso como una imagen, como un paisaje, siempre está tocado por el ojo que lo mira. Ya lo decía el alemán Schelling y su filosofía del juego, muy del uso simbolista: no sólo es lo que se ve, sino la copulación entre ello y la viviencia del que mira.

La imagen me parece bellísima; y (quizás interpreto por qué, pero no viene al caso) también parece faltarle algo a la imagen: y esto forma parte de la vida del que la mira, que ahora soy yo.

Faltan niñas jugando a la soga, faltan niños y niñas...

Pero \"la falta\", lo no dicho, la \"oblicuidad\" es lo que más llamativo hace a una imagen, a unas palabras. Lo que nos falta nos atrae; lo que no está nos llama: como los muertos que siguen viviendo en nosotros, hasta dentro...

Y la nostalgia: reflexioné a partir de un periodista y escritor conejero, Leandro Perdomo, que la nostalgia era una forma de resistencia: era una forma de futuro. Porque él no la enfocaba desde un encerrarse (y, en cierta forma, deleitarse, aunque parezca que no) en aquello que ya no es ni está; sino que puede ser un punto a tener en cuenta frente a lo que ahora sucede y no nos gusta. La nostalgia sería, por tanto, un fuerza que nos hace también crear futuro: \"lo que está no me acaba de gustar; ANTES ERA DE OTRA MANERA; lo que vendrá no será como lo de antes, PERO LO QUIERO DE OTRA MANERA MEJOR\".

Casi podría ser una imagen que acompañara algún libro del siempre llamativo Maurice Blanchot.

Gracias por despertarme en esta noche del lunes primero de mayo.