A modo de preterición
Rápido se mueve el viento sobre la mar, allá, más afuera, cercano ya al trazo horizontal. Lo dicen aquí: el alargado diseño de los celajes -binzas en lo alto- y la brisonera que, desarretada, le silba sin poder parar a los filos del sufrido Veril. Las olas intentan poner rítmica monotonía y tempo adecuado en la sinfonía total del entorno.
El titilar del reflejo de los charcos se sitúa en la pared del risco y la yerba que tapiza sus fondos se mueve valseando al son y compás de flujo y reflujo.
Tres cabozos, tres, van tras sus sombras persiguiéndolas con el afán de los que viven su propio juego; son los dueños del biótopo costero y campean a sus anchas por él.
Flota una cáscara de semillas de girasol sobre el fulgor del agua inquieta. Con el paso de las horas arrecia el calor y el color de la jornada se fija en las cansadas retinas. Todo se anima al mediodía con la pleamar en las charcas y barranqueras del estero.
Debajo de la aparente barahúnda, subyace la ubicua calma del lugar que me llena y me sosiega. Me voy, enrolado en la barquita de pipa vacía, por las procelosas aguas cercanas navegando de poza en poza. La brisa de la imaginación es la mejor aliada del piloto que parece timonear la nao con un desgobierno intencionado.
A rente del agua, ahora algo aquietada, veo los dos roques. Allá son, lejanos e íntimos, familiares y distantes; negro el uno y colorado el otro, combinan sus perfiles eternos con la cambiante luz del día que los matiza al paso solar del tiempo.
Me amodorro pellizcando un poco de sueño, y el Sueño me apotala en su dulce ensenada con la fuerte maroma de sus pellizcones certeros…
Enrique García Valencia, La Aldea / 2007
23 comentarios
Gloria Bertrana -
De cualquier manera, agradecidos estaríamos los unos y los otros con la bendición del agüita.
PD: Espero verte en la comida-despedida de Diego el día 27 para darte un abrazo.
Somos Costeros -
Gloria Bertrana -
Es uno de esos momentos el que tan bien has plasmado en A modo de preterición. Disfrutar del sosiego y la calma de un fantástico lugar inundándote de sensaciones difíciles de describir. Y a la vez, compartirlo con nosotros y transportarnos también allí.
No he olido a tierra húmeda, pero sí a salitre de mar.
Gracias, Enrique y acepto esa invitación de ir a Montaña Arena, que como tú dices, es más usada por los aldeanos que por los artenarenses. Con humor les diría: Tómenselo como un regalito que les mandamos desde la cumbre.
Un beso.
Pro Gloria Bertrana -
Tenemos que ir. XXX
Primo -
La tapa de bizcococho mojado de Corinita acababa alimentando a alguno de los cabozos retozantes de las charcas así como ahora -vía Mary Luz-alimenta o activa mi aletargada memoria en esa frecuencia.
Besos muchos, memorias mil.
Mary luz -
Guardamos muchos recuerdos y nos olvidamos hasta de rememorarlos. Gracias por tocarnos el gusanillo de la nostalgia.
Amigo Enrique -
tirándote de margullo, primero a la pila del culantrillo de Peregrinita, y luego de panzazo o de "olita y pon" en plena marea espumosa. También las veo (no irías sola) sacando los bocadillos (ya encetaos y requetemordisqueados puntita a puntita camino abajo) para culminar una tarde de asueto, catarsis infantil y cansancio saludable.
Recuerdos de ayer y... memorias de hoy, besos.
Mª Luisa Quintana Hdez -
Muchas gracias.
Mª Luisa Quintana Hdez -
Caminando desde el pueblo hasta la playa cantando las canciones de moda de la época.Desde que llegábamos a la casa de mis tíos Abranito y Pregrina con visita incluida para tomar agua fresquita de la pila con culantrillo incluido ya que la que llevábamos estaba mas caliente que un caldero de leche al fuego.Luego llegábamos al roque y allí remojón y como nuevas.viendo las fotos me he trasladado mentalmente a esos años de niñez y juventud, oliendo tiodavía ese olor a marisco y esa brisa fresquita que nos alegraba el alma y nos despejaba nuestros pulmones...
¡Ah! y no tardes mucho en poner tus alegres relatos.
Memorias tantaaasss..
Cibe Raus Ente -
Canarias no se celebra, se "cerebra" querida mía. Beso.
Enrique -
Ahora mismo, de todo tu extenso comentario, yo me quedo (atesorándolo) con el trocito que dice "pásate por TU huerto del cole".
Gracias, salud y memorias para todos.
Manuel Reyna Guedes -
Hasta aquí me ha llegado el olor a risco mojado y salado. También me crié entre rocas, arena negra y mar salada en casa de mis abuelos maternos, en Melenara.
¡La de horas que pasé descalzo y brincando por aquellos charcones noveleriando...! Sólo y con Dios, aprendiendo de la madre naturaleza. Hace años que no me paseo por la marea y te digo que me han entrado ganas de hacerlo.
Como sabes soy más de campo, más de plantas, pero el isleño no debe olvidar su mar.
Un abrazo fuerte y pásate por tu huerto del cole.
Manuel Reyna
Luci Delgado -
Si el agua de ese lugar es tan limpia y clara como las fotos los "cabosos y cabosas" del lugar son muy afortunados. ¡¡No se dejen meter el cemento del falso progreso!! porque luego ni jumo ni pelos, ni charcas, ni cuevones, ni tranquilidad, ni calma, ni roques, ni yerba valseando al son de las olas...
Besitos, salud, suerte y feliz dia de Canarias (broma).
Enrique -
Al fondo-fondo, enmarcando al Faro, el mar azul a rayas de distintos tonos haciendo juego con los pocos celajes que el sol hará desaparecer cuando se enfade, olores... siempre presentes los aromas ancestrales.
La Costa que nos convocaba sigue haciéndolo, nos veremos Olga. Besos.
Olga Vega -
Todo lo que cuentas me transporta a esos lugares y a experiencias parecidas.
Saludos de todos. Aparece de vez en cuando.
El de Demetria -
Las mareas llevan y traen recuerdos, vivencias, anhelos... no sólo se diluyen en fugaz espuma.
Besos mil.
Carola Valencia -
dejaba los bartulos amontonados y me enfilaba entre los flancos del verilillo a descubrir las risas extravagantes de las gaviotas que revoloteaban al son de las olas.
¡Cuántas tardes a la sombra de la adolescencia!
Si, también el entorno de los charcos descubrió en mí secretos con sabor a marea, sentimientos agónicos de las olas, antiguos paralelismos de bellezas desnudas y pensamientos prohibidos.
Gracias Enrique, por recordarme el silencio agotador de las sombras que se diluían con la espuma en semejante paraje y que ha dado sentido a mi vida.
Carola.
Enrique García Valencia -
Me encanta que te halla encantado recordar TERE. XXX
Enrique García Valencia -
El encanto del Norte las playas del Sur lo quisieran tener... ya tú sabes.
Recuerdos a tus muchachas, ya nos veremos aunque sea vía Artevirgo y smss.
TERE -
GRACIAS POR TRANSPORTARME ESTA TARDE A ESE LUGAR ESPECIAL PARA MI.ME HA ENCANTADO.BESOS.
Benjamín -
Muy bonito y real.
Un abrazo, muchos recuerdos y salud.
Enrique García Valencia -
Son diminutos gurunchos, calitas, charcas, cuevones... cada uno con su encanto personal y su sello propio, se suelen repetir en otros sitios del litoral norteño de manera parecida debido al tipo de orografía del Archipiélago; todos ellos emanan un encanto especial y atesoran una variada oferta de posibilidades de estudio del Medio, de intimidad, de diversión, de tranquilidad... que no se consigue (a mi juicio) en ningún SPA urbano o turístico por más sofisticado que sea.
El escenario del relato está ubicado en La Aldea (por supuesto), cerca del Bufadero, en los cejos y veriles que la marea, el viento y demás elementos han ido conformando de manera especial para todos nosotros, los devotos de lo simple, próximo y natural: las pequeñas y gratas cosas que nos rodean y que, muchas veces, las miramos y remiramos pero no conseguimos "verlas".
Memorias tantas, besos.
Orlando el de Cesa -
Llevaba tiempo esperando otro relato, Enrique no tardes tanto, hombre.