BAJADA DE LA RAMA DE LA ALDEA 2008
Aunque en principio, por tratarse de un día entre semana, se esperaba poca participación, la Bajada de la Rama de La Aldea acabó por congregar una cantidad considerable de personas.
Con diez o quince minutos de retraso, salió del Almacén de Los Picos, pero se atrasó en más de una hora y cuarto en un tramo de apenas doscientos metros, de forma que a las ocho no llegó, como era de esperar al Barranquillo de La Plaza, para proceder al cambio de banda. Éste se produjo aun más arriba que el año pasado y muchos tuvieron que correr para dar más abajo con la Banda del Charco.
A destacar la excesiva cantidad de personas con las camisetas escritas, pasadas de copas más allá de lo conveniente y la falta de control por haber optado este año por no proteger a las bandas con policía. Se prestaron para ello, en cambio, voluntarios que o por las copas que llevaban o por el poco respeto que inspiraron, se vieron incapaces de agilizar la marcha y de impedir que como siempre algunas personas vengan a La Rama expresamente a empujar, molestar, bailar a contra corriente y, en fin, a lograr que cada vez esto dé más grima.
En el primer tramo, el que amenizó la Banda de Agaete, mis ojos no contemplaron a más de cien personas, de las miles que podría haber, que bailaban. El resto se limitaban a beberse sus pizcos, a conversar tranquilamente en medio de la carretera por donde debería transcurrir el baile, a tocar tambores y chucufletas y a lograr también que esto vaya a peor. Y así no son las cosas.
No llegué hasta el final, pero me cuentan que la banda de jóvenes aldeanos llegó hasta el Barranquillo Hondo sin protección ninguna y aguantaron, les tiraron agua y aguantaron y, encima, les regalaron a los danzantes tres o cuatro piezas de más, fuera ya de horario. No nos los merecemos.
No dudo de que mucha gente se divirtiera, pero tampoco dudo de que muchos, como yo, asisten asombrados a la degradación de esta parte tradicional de la fiesta.
Y todo por pensar que la gente se gobierna sola.
Nanay.
3 comentarios
Mª Luisa Quintana Hdez -
Juan Antonio -
Para mí era el principal acto festivo al cual nunca faltaba, si me encontraba en la isla.
Le pido a quien corresponda que tome las medidas oportunas para que nuestra fiesta no pierda la autenticidad que siempre tuvo.
De ninguna manera puede faltar el servicio de orden, pues siempre hay gente que no va a disfrutar, sino a entorpecer, pareciendo que son felices degradando nuestra fiesta.
Hay que seguir mentalizando a a algunos que ni La Rama, ni el Charco es una fiesta de carnavales para ir disfrazados.
Enrique -