PAISAJES EN EL RECUERDO: LOS REYES MAGOS DE HACE MÁS DE MEDIO SIGLO
Las tiendas de Reyes de los años cincuenta
Los paisajes en el recuerdo de mis Reyes por los años cincuenta, como le ocurre a cualquiera de ustedes, están en discos imborrables de la memoria que se van haciendo más confusos en la medida que los años de la infancia desaparecen.
En primer lugar están las tiendas de Reyes, como lo describe en esta página Juan Antonio el de Purita, en un marco tan familiar para él como la de su casa comercio. Luego los mil y un cuentos de Reyes de cada familia.
Los que vivíamos lejos de La Plaza, a la que veníamos ocasionalmente o en los días de preceptos religiosos, era obligada la visita a la tienda de Purita, porque era la que más juguetes ofrecía por las semanas de Navidad y Reyes. Casi todos eran importados de la Península, sobre todo de las fábricas de Barcelona. En Las Palmas se adquirían a través de mayoristas de mercería, como Naranjo Lantigua, aunque había comercios especializados en distribución de juguetes al por mayor. En esta ciudad, en la Isleta había una fábrica de muñecas
Fábrica de muñecas en la Isleta, Gran Canaria (FEDAC)
Purita Hernández, la hermana de Abelito y de los Gemelos, tenía su tienda de ropa y bisutería frente mismo al Ayuntamiento. Por diciembre este era uno de los establecimientos que llenaba de ilusión a todos los niños. Los juguetes se exponían colgados del techo con hilo carreto. Carritos, coches, muñecas, pistolas, acordeones, trompetillas, panderos, guitarrillas, armónicas… en mil colores nos embelesaban de ilusión, sobre todo cuando el airecillo que de Los Cascajos entraba por el patio de aquella casa de flores y helechos hacia la tienda los movía suavemente, dándoles como un soplo de vida y con ello, además, los apreciábamos mejor con amplia perspectiva desde abajo. Casi todos eran fabricados de cartón, madera, telas y algo de metal; no se conocía el material plástico.
Domitila Ramos, Tila, la del Barranquillo Hondo, también vendía en su tienda de telas juguetes, cada año aunque en menor proporción y variedad que Purita. De ida y venida a las escuelas de La Ladera, subíamos a su acera de piedra a modo de un alto poyo y entrábamos en aquella vieja casita de tejas que todavía subsiste, y nos poníamos a ver y contar los juguetes colgados del centenario techo a dos aguas: “me pido éste…” y cuando coincidía el pensamiento con la realidad del regalo de Reyes, aún reconociendo que habían estado allí, con precios incluidos, creíamos ver la mano de los Reyes Magos regalándonoslos en un mar de misterio, sobre todo cuando nos íbamos haciendo niños de más edad. Al respecto les cuento que yo grandito, habiendo recibido de mi padre, con mucho disgusto, la noticia de que los Reyes no eran otros que los padres, revolví una víspera de Reyes todo lo habido y por haber de mi casa y no encontramos ningún regalo. Estábamos seguros de que no había ningún juguete dentro de la casa porque mi hermano Luis y yo éramos buenos rastreadores, hasta el punto de que en una ocasión mi padre nos enseñó, para que tuviéramos cuidado, unos detonadores de dinamita, conocidos como “pitones”, que tenía para dar fuego en la finca y pozo de La Hoya, y los escondió. Tanto anduvimos que los encontramos en el hueco de un machinal externo de las paredes de piedra de nuestra casa, habiendo colgado a Luis cabeza a bajo, agarrándolo por las piernas desde la azotea, hasta encontrar “los pitones”. Pero aquella tarde noche de Reyes no había ningún juguete en nuestra casa. Para no cansarles más: mi madre había salido ya de noche a casa de Tila a comprarnos los Reyes, nosotros ya dormidos. Como llegó tarde sólo quedaban los juguetes más caros y a mi me tocó un camión modelo Pegaso, metálico, una novedad, que tantas veces había visto en la tienda de Tila que sabía su precio y que todos los niños que sabíamos que los Reyes eran los padres comentábamos que no estaban a nuestro su alcance. Mi ilusión fue tan grande al tener de regalo aquel camión que volví a creer en los Reyes Magos, considerando pues lo que lo que mi padre me había desvelado meses antes, para mí, una broma. Los Reyes Magos existían.
Mi familia tenía un comercio, la Tienda de Siso, muy grande, que también, años atrás, hacia 1952-1953, vendía juguetes de Reyes, de lo que sólo tengo un vago recuerdo de un solo juguete: el hombre de las maletas. Se trataba de un muñeco metálico mecanizado que, dándole cuerda, caminaba con dos maletas en un movimiento que encantaba a todos. Cuenta mi madre que la gente llegaba a la tienda no para comprar sino para “Juanita dele cuerda al hombre de las maletas…” Era un juguete muy caro y fue el último en venderse en aquellos años aún de privaciones y falta de recursos vitales. Lo adquirió para sus hijos Wescenlao Afonso, “Juece” como le conocían en Los Espinos, el padre de Cisco el de COAGRISAN. “Juece” era una persona muy humorista, inteligente como todos los Afonso de La Plaza y Cabo Verde, y aquella noche de Reyes, dice mi madre, que los hizo reír mucho. Venía afeitadito pero con una cortada en la cara y me padre le preguntó por ella. Y contó que se la había hecho por un susto de los chiquillos. En aquella noche, por lo visto, sus tres hijos, Nicolás, Perico y Cisco, el más pequeñito, jugaban en la cama en la ilusión de aquellas horas previas a la llegada de los Reyes. Cisco tenía un trozo de pan, un manjar entonces, y no le quería dar parte a sus hermanos mayores. Entonces ellos idearon jugar a los cochinos debajo de la manta para quitarle el pan a Cisco, quien, cuando se vio sin él dio, grito un de muerte que asustó al padre mientras se afeitaba con la navaja que le cortó la cara.
Nuestros juguetes eran camioncillos de madera (lo mío de la casa de Tila fue una excepción entonces), acordeoncillos y muñecas de cartón, pistolas y rifles metálicos… Ya les conté en otro capítulo, aquí en Artevirgo lo de las pistolas y plumas de indios. Nunca las tuve de regalos; mi padre no quería por aquello del belicismo. El Día de Reyes, en el matiné de las cuatro de la tarde del Cinema X, de don Juan Marrero, se rifaba siempre una gran muñeca para las niñas y una pistola para los niños. Juan Manuel Díaz, el de Soledad la de don Juan Marrero, era el niño personaje paradigmático de las pistolas del Oeste en La Aldea; armado de un rifle, dos o más pistolas, cartucheras, pantalón vaquero y el plumaje de un jefe indio, en la tarde de Reyes siempre partía, carretera arriba desde Los Espinos a La Plaza, disparando una y otra vez con mixtos, como si fuera en plena aventura; en efecto, solía decir al salir armado mitad vaquero mitad indio: “abuela… me voy pa las montañas”.
Cuando ya me fui haciendo un poco mayor, con diez u once años, a principios de los años sesenta, comenzaron a llegar nuevos modelos de juguetes donde el material plástico los abarataba. Fueron mis primeros años de estudio del Bachillerato Elemental, en El Colegio. No recuerdo nada de recibir regalos pero sí de los muchos juguetes que ya tenían los niños y niñas y también recuerdo las primeras cabalgatas.
La primera Cabalgata de Reyes en La Aldea, 5 de enero de 1961
No saben con qué expectación se desarrolló la primera Cabalgata de Reyes en nuestro pueblo de La Aldea de San Nicolás, ya denominado San Nicolás de Tolentino, en aquella tarde noche del 5 de enero de 1961.
El pueblo estaba aún en expansión. La presa de Caidero de la Niña se había llenado por primera vez, en marzo del año anterior. El verano había sido socialmente muy movido: alcanzaron gran éxito los bailes en la Piscina de los Leones; el farmacéutico don Tomás Fernández, había refundado como equipo representativo de fútbol a la Unión Deportiva San Nicolás, que en la temporada 1960-1961 estaba alcanzando notables éxitos deportivos en Segunda Categoría Regional. Las fiestas patronales se habían sellado, de la mano organizativa de Pepe del Pino, con un gran esplendor: pregón a cargo de Sebastián Jiménez Sánchez; elección de Reina de las Fiestas, título que recayó en Reyes Navarro; grandes verbenas en La Alameda por la orquesta Iberia; la Bajada de la Rama, El Charco; juegos y competiciones del último día, siendo la carrera ciclista, desde La Playa al Pueblo, seguida con gran expectación, con Favio por entonces como líder indiscutible, y en las carreras de cintas la nota de humor de Yusef, el árabe que entre connios y mil farfullos por no alcanzar una cinta hizo reír a todos. Además, en la parroquia había habido grandes cambios con la llegada de los nuevos curas, en febrero de 1960, don Miguel López como párroco y don José Perera, adjunto, quien comenzó a dinamizar las fiestas religiosas. Seguramente entre Perera, Pepe del Pino, éste ayudado por su gente, los ingeniosos Tente y Toni, idearon desarrollar, para 1961, la primera y gran Cabalgata de Reyes. Empezaron a organizarla desde noviembre.
Qué bien recuerdo aquel 5 de enero de 1961. Se respiraba un ambiente extraordinario para aquella primera Cabalgata de Reyes, cuando me faltaba un mes para cumplir los doce años. Ocupé con mis padres, hermanos y primas de La Marciega un puesto en los asientos y barras de la Plaza de la Alameda que daban a la calle principal, todos los espacios estaban repletos de gentes como o más que un Día de San Nicolás. Por los altavoces íbamos oyendo la narración que Pepe del Pino hacía del desfile que llegaba frente de la ermita de San Nicolás donde estaba el Belén. El paisaje de luces y sonidos nocturnos deslumbró más cuando empezó a avanzar la Estrella de Oriente, en la calle principal, a doscientos metros del Belén. Entre las barras metálicas de la Alameda yo intentaba reconocer algunos de los cientos partícipes en la comitiva, pero no podía; oía que el Rey Baltasar era Vicente Bautista, Tente; pasaron rondallas, lanceros, pastores, romanos…. hasta el Rancho de Ánimas que hacía más de cinco años que no cantaba; al primero que reconocí fue al Rubio, de Antonio Frasca, que llevaba un atuendo circense misterioso para nosotros que lo convertía en dos personajes distintos; luego vi a Félix Alonso, compañero de estudios, que iba sobre un caballo. Pero de mis recuerdos a los hechos reales caben muchas escenas y personajes más, de una Cabalgata que seguramente aún, casi medio siglo después, no ha sido superada; al menos en expectación ciudadana. De la pluma de su principal organizador, José del Pino, les recorto algunos pasajes de su detallada crónica periodística; pues quién mejor que él nos puede relatar lo que denominó como el más grande y “brillante cortejo que impresionó a grandes y pequeños”, el mayor espectáculo del mundo en aquel pueblo de nuevo nombre oficial:
POR LOS PUEBLOS San Nicolás de Tolentino Impresionante y vistosa Cabalgata de Reyes
Desde la 7 de la tarde comenzó a llegar una afluencia extraordinaria de gentes de todas las clases sociales, que rápidamente iban ocupando las aceras del itinerario (…) a las 8,30 comenzó el desfile en Los Llanos (…) abrió la marcha un pelotón de 15 motos que avanzaban de tres en fondo, luciendo los motoristas cascos y sombreros con alusiones reales. A continuación desfilaba una artística carroza de la Reina de las Fiestas y su corte de damas de honor (…) seguidamente y de 4 en fondo marchaban un nutrido grupo de ciclistas. Inmediatamente, detrás de los ciclistas iba una rondalla del barrio de Tasarte con el alcalde de dicho barrio a la cabeza. Seguía un conjunto de cuerdas y clarinete del barrio de El Hoyo. Luego, y a una distancia prudencial, marchaba otro conjunto bastante nutrido de los Manantiales. Detrás de este conjunto desfilaba el Rancho de Ánimas, compuesto casi todo de ancianos y que reaparecía ahora, después de mucho tiempo sin actuar en público. Al Rancho de Ánimas le seguían dos largas filas de pastores con antorchas -unas doscientas- que a todo lo ancho de la calzada iluminaban la cabalgata. En el centro de las antorchas avanzaba la rondalla del casco típicamente ataviada. Poco después seguía la banda municipal de música, que llevaba delante bailando al ritmo de sus tocatas un curioso número combinado. Detrás de la Banda de Música marcha un tronco cargado por cuatro lacayos portando los cofres que habían de ofrendar los Reyes. Tres lanceros escoltaban el trono. Aparecía luego el Rey Melchor que montaba un elegante caballo. Su Majestad iba escoltado por diez lanceros que lucían sus atractivos uniformes. Un grupo de doncellas portando jarras y mantos orientales desfilaban detrás del Rey Melchor. A continuación seguía el Rey Gaspar, montando también un vistoso caballo y escoltado por diez lanceros con los uniformes y emblemas del Rey. Un lacayo mantenía la larga cola de la capa de Su Majestad el Rey Gaspar. Por fin, aparecía el Rey negro, Baltasar; este iba en un caballo blanco y le daban escolta pajes, lacayos y diez lanceros negros. La capa de este Rey era muy atractiva y llamaba la atención a su paso. Varios caballos portaban los equipajes reales. Cerraba la marcha la Policía Municipal. (…) Cuando faltaban unos doscientos metros para que los Reyes llegasen al portal apareció la estrella luminosa, la cual medio de un ingenioso dispositivo avanzaba delante de Sus Majestades hacia el portal viviente (…) Cuando los Magos de Oriente ocuparon sus tronos comenzó la actuación de los grupos que tomaron parte en la Cabalgata. El primero en actuar fue el Rancho de Ánimas (…) Todos fueron premiados con cariñosos aplausos de los miles de espectadores. Por último se celebró la ceremonia de las cartas. Cientos de niños se acercaban a los Reyes y entregaban sus cartas con sus peticiones.. Fue esta una ceremonia emocionante y llena de ilusión para la población infantil (…) [J. del Pino. La Falange, 11-01-1961]
|
No recuerdo cuántas cabalgatas se organizaron después, pocas o ninguna. A principios de los años ochenta la asociación Culturaldea volvió a organizarlas a lo largo de unos pocos años, sin medios económicos ni recursos humanos y con la crítica negativa de gente a su labor. Recuerdo una de ellas con un solo Rey Mago, sobre una burra, que por muy pobre que iba, el profesor Antonio Ramírez, que en paz descanse, le dio un halo de majestuosidad ante los niños que a sus pies llegaron a depositar su carta. Recuerdo que llevé a mi hijo Amanhuy, le dio unos caramelos y lo llamó por su nombre y el chiquillo, asombrado, cómo era posible que el Rey Mago lo conociera. Y así fue y así será. Para los niños todo es verdad en la mágica Noche de Reyes.
Luego el Ayuntamiento retomó el proyecto y desde los años noventa hasta la actualidad se han venido desarrollando estas cabalgatas hasta los últimos tiempos en que se enlaza con el Auto de los Reyes Magos que organiza el Proyecto Comunitario. Recuerdo el primer auto de estos, cuando el centurión, cuyo papel lo hacía Luis Miguel Valencia, ordenó la matanza de los niños de Belén con tanta fuerza de voz y veracidad, que los pequeños que estaban en La Plaza, esperando entregar sus cartas, asustados empezaron a llorar. Y es que la ilusión infantil ante los Magos de Oriente está en otro estadio social muy distinto al de un Auto de Reyes. Este año, cosa que aplaudimos, se ha separado ambos actos.
Francisco Suárez Moreno
Cronista Oficial de La Aldea de San Nicolás
ENLACE EN LA PÁGINA OFICIAL DE LOS CRONISTAS DE ESPAÑA
4 comentarios
jJose Ramon -
Muchas gracias de corazón
Juan Antonio -
Te agradecemos todos los trabajos que has elaborado, en un gran esfuerzo de tiempo y de medios, con el fin de recopilar parte de la historia de nuestro pueblo.
Respecto a ls tiendas de juguetes hay que mencionar también la de don Juan Márquez y Encarnita que se encontraba cerca de la de Purita, pues durante un tiempo también vendía juguetes.
Un abrazo.
Juan Antonio
Mª Luisa Quintana Hdez -
Enrique García Valencia -
Pertenecía a la comitiva o séquito del rey Baltasar (mi preferido), iba vestido con una túnica-sábana y llevaba una antorcha casera con fuego real (locura y fervor de los organizadores), caminábamos en dos filas paralelas a la izquierda y a la derecha del Rey y seguíamos las instrucciones de su pajes-sargentos para que todo pareciera "real".
Recuerdo, entre otras cosas, la alegría contagiosa que tenía todo el mundo -participante, o no-, mi entrega total al rol de escolta, a Angelito Navarro en su papel de rey de Oriente a caballo, la estrella móvil que se desplazaba ingeniosamente guiando a los Magos y que, la sábana de mi indumentaria (perteneciente al ajuar de mis tías) quedó pa'tirar a la basura de tanto tizne y lamparón que tuvo que soportar de parte de otros despistados adláteres de su Majestad que tropezaban, se enredaban en sus propios farfalanes y vertían sobre los demás el carboncillo que generaba la dichosa antorcha.
Fue, sin lugar a dudas, una de las fiestas de Navidad y Reyes más entrañables de toda mi vida, pues ya vivíamos en Las Palmas y el reencuentro con mi Aldea, con mi familia, con todos los míos, marcó indeleblemente esas jornadas de aquel año que recuerdo como quien está entre un denso brumero, pero con imágenes muy nitidas, casi, casi como... acabadas de vivir ahora mismito.
Un fuerte abrazo para todos en esta Epifanía de 2009, en especial para Paquito el de Siso (y el de Juanita).