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ARTEVIRGO, desde La Aldea, miradas y voces

Nubes de mi Aldea de San Nicolás

Nubes de mi Aldea de San Nicolás
Largas y esponjosas figuras multiformes
pintadas de vivos colores translúcidos
se recortan en el límpido manto azul
de mi dulce y amado cielo aldeano.
 
Cúmulos que viajan en juegos sin fin
cantando alegres melodías de antaño
aquellas que entonaban los aborígenes
al caer la tarde sobre su hermoso valle.
 
Volutas de algodón saludando el horizonte
que inspiraron a los poetas mallorquines
después de erigir la ermita en Los Caserones
mientras gozaban del mar de mi Aldea linda.
 
Cometas en el incomparable vergel azul celeste
que insuflaron con fuerza las ansias de libertad
de la Meliana, el Indiano, el cura Vicente
y de otros valientes aldeanos en el Pleito de La Aldea.
 
Vuelan siempre espléndidas y majestuosas
saludando al valiente pueblo que me vio nacer
que ha sido cuna prolífica de poetas, músicos
historiadores, deportistas y otra gente de bien hacer.
 
Lleven un infinito abrazo a mi añorado pueblo
que abrigue cada uno de sus rincones
que yo desde muy lejos cobijo en mi alma
añorando sus montañas, su cielo y su mar azul.

 

Foto: Luis Díaz

4 comentarios

Cristina -

Estas nubes son 'cumulus humilis', o cúmulos de buen tiempo. Una cazadora de nubes.

Marysol -

Hermosos versos danzando en un cielo limpio orlado de nubes, las que se vislumbran hermosas como el alma del poeta que le canta a su tierra...Gracias por compartir tan bonito y sentido poema. Abrazos

Mª Luisa Quintana Hdez -

Vibrantes y emocionantes estos versos que tratan de evocar el canto de libertad de nustros ancestros.Cielo limpio y transparente el de nuestro que rido y adorado pueblo aldeano.Muchas gracias por llevar tan dentro de tu alma estos versos que identifican a nuestro pueblo aldeano.Besitos y regresa pronto hermanito.

Enrique el de Demetria -

Cirros de "La Virgen planchando" que, en medio de la cacería de aburriones en el atardecer, me hacían desistir del acto cinegético en sí para, dejando la caña abatidora a un lado, alelarme con su cambiante mosaico lleno de atractivas teselas multicolores que tachonaban el cielo o lo cubrían con girones de desvaídos tules brumosos, porfiados luchadores de la tardecita que se escalonaba inexorablemente en noche de luceros, Cabrillas, Vía Láctea, fugaces, Sajarita... y una miriada de fulgentes asteriscos brillantes más.