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ARTEVIRGO, desde La Aldea, miradas y voces

DESDE LA ALDEA A BELÉN DE JUDEA

DESDE  LA  ALDEA   A  BELÉN  DE  JUDEA

(Pascuas y Epifanía de los años cincuenta y tantos)

Varios cajones vacíos de coñac Domecq, y para cubrirlos cuatro sacos de guano distraídos del ajuar agropecuario de la tía Josefa. Una tonga enorme de piedras amañaditas recolectadas en el camino de Los Majanos. Tierra arcillosa cogida en el Llano del Cura. Las cajillas de conserva Conchita con el trigo recién nacido que por santa Lucía habíamos plantado.

Desértico serrín del que producían los serruchos de Luisito el carpintero: padre y compinche máximo del rebumbio belenero programado. Mujo y berraza salvaje de la Acequia de Arriba. Unas cucharadas de harina para coronar las montañas y, de la tienda de Tomasito Valencia, algunos pliegos de papel bazo.

 

Algo de culantrillo de la bomba y cantonera del tanque de la Mina. Media docena de verolillos raquíticos traídos desde Artejeves. Marullos de paja amarillita desprendida por nosotros de las pacas que vendían en el Almacén de Los Picos o en el de Pepito Franco.

Una tira larga de platina —con aspecto de rivera— del chocolate inglés que comían en casa de Mame, la de Erncarnita Marrero y, proveniente del estropicio de un espejo accidentado, un trozo  algo cortante e irregular con la clara vocación de ser el agüita limpia del remanso.

 

Picón remolidito o adecuadamente escachado. Hojas de papel azul oscuro —de empaquetar los tomates y cubrir los ceretos— lleno de unas imposibles estrellitas deformadas. Borras de café, lentejas y hasta algo de gofio, para señalizar los caminos, vericuetos y atajos. Tiras y jirones de algodón hidrófilo (eso ponía en el rollo) para imitar algunos difusos celajes y fijarlos con pinceladas de engrudo en un firmamento ya rebosante de astros.

 

Utilizando todo eso, y poco más, construíamos en un rincón de nuestra vivienda la idealizada escena de un pueblito de la Palestina romana de hace aproximadamente dos milenios largos.

Luego, ese diseño tridimensional de bucólico espacio rústico, más o menos dispuesto y asentado, constituía el campo de batalla o de disputa donde todos queríamos emplazar, según nuestra propia visión intransigente,  las figuritas de barro y el atrezo que reposaba en un pequeño arcón desde el año pasado.

 

Después de limpiar con cuidado a los protagonistas principales y secundarios, hacíamos un mínimo esbozo de orden estratégico e íbamos colocando:

Una casuchilla o chupenco de corcho con un pesebre adosado. La Sagrada Familia (que no sé por qué se empeñaban en decirle “el misterio”). Buey, mula, pastores, ovejas y, a las tantas de aquella fría noche de diciembre, la mujer lavando. Un increíble puente curvado, palmeras para el desierto,  cinco o seis aldeanos portando ofrendas, la Estrella de Oriente prendida en el cielo, un bando de tuneras y detrás de él, con el traste al aire, el hombre cagando.

 

Una jurria de animalillos en un corral. Nadando en la laguna espejada del final del torrente, unos patos impasibles y algún que otro cisne blanco.

Sobre la techumbre del establo, en el mismito borde y compitiendo con el gallo, el viejo ángel anunciador de alas rotas, con los brazos extendidos llevando una pancarta y a pique de matarse si se llegaba a caer (como otras veces) desde donde se había engaliado.

Casitas pequeñas en las laderas de los escarpados riscos. El anacronismo de la cuidadora de unos pavos americanos llegados a Galilea quince siglos más tarde de aquel frío veinticuatro. En una cuevita tipo Acusa, una señora mayor con la rueca en alto hilando una gran parva de lana, y un ganado de cabras recogidas en la majada bajo la atenta vigilancia de su amo.

 

Un agricultor arando con una yunta de vacas y otro —costal lleno de sementera al hombro—, un pizquito más atrás que él, sembrándola.

Los Reyes Magos y sus pajes que, por las urgencias propias del seis de enero, comenzaban a lucir en una punta del escenario evangélico y pasito a pasito les hacíamos acortar distancias a fin de que entregaran cuanto antes el incienso, el oro, la mirra y nuestros regalos.

Mirando fijamente el agua del arroyo plateado con una imaginaria caña de lanzar en las manos (se la habíamos roto hacía mucho tiempo): un ensimismado e imperturbable pescador que, al mojar la yerbita del riachuelo y de los lugares cercanos al estanque, absorbía siempre demasiada humedad; ese personaje, recuerdo muy bien, lo acabamos perdiendo totalmente resquebrajado.

 

Por la tardecita, cuando llegara la tímida corriente eléctrica de los Rodríguez, añadiríamos algo de luz mediante un bombillo previamente colocado; debo manifestar que el susodicho, si ya de por sí era disminuido de vatios, se iba oscureciendo paulatinamente con las diminutas cagadas de la legión de moscas que en invierno soportábamos. 

 

Al finalizar la obra, todavía con los últimos estertores del salpafuera general y del doméstico zafarrancho —mientras una Virgen casi ya de parto adoptaba una compungida cara de circunstancias—, nosotros poníamos la guinda al pastel belenístico con la escandalera de los tres o cuatro villancicos incompletos que conocíamos; los cuales, inmunes al desaliento, inclementes con los tímpanos ajenos e insensibles a las críticas soterradas, nos empeñábamos en destrozar berreándolos, uno por uno, todo el dichoso rato.

 

Y... santas pascuas, aleluya, amén; la diversión y el embullo formado por el montaje del nacimiento —fruto deseado de nuestras ilusiones navideñas— había dado por ese día todo de sí colmando de satisfacción y alegría nuestras más íntimas entretelas infantiles: ¡ya teníamos el belén armado!

 

Lo siguiente, en la mesa de la cocina, entre olores de adobo para el baifo y aromas de una nueva moda culinaria llegada con las truchas de batata: la trabajosa y elaborada redacción personal de una carta kilométrica (ofensa a las más elementales reglas de la Ortografía y a los parámetros de la mesura en el pedir) solicitando TODOS los juguetes que, embelesados, veíamos en La Placeta al pasar por la tienda de Purita; dicha misiva, por supuesto, dirigida a los Señores Reyes Magos de Oriente para que pudieran elegir lo que ellos quisieran poner en nuestros anhelantes zapatos receptores; los cuales, llegada la víspera del día señalado, colocaríamos a pares y en apretado grupo cerca de la ventana; eso sí, debidamente limpios de polvo, raspaduras y barro e, INUSUALMENTE, lustrosos y muy bien abetunados, como tan sólo, en septiembre, por las fiestas de nuestro querido patrono san Nicolás lo habían estado.

 

 Enrique García Valencia,  La Aldea,  años cincuenta del siglo pasado.

33 comentarios

Enrique García Valencia -

Querido Jesús, lo tuyo con el misterio (yo nunca vi ni noté ningún "misterio" -sólo que José era llamado "padre putativo"-), lo tuyo,como dije, estaba predestinado por nombre y sensibilidad artística a la hora de rizar el rizo; muy poca gente tenía la suficiente paciencia y buen hacer para poder plasmar sobre la mesa algo tan sagrado, arcano y simbólico como era ese llamado misterio encarnado por la Sagrada Familia y sus avatares bíblicos.

Sólo un tocayo del Altísimo con un jango como el tuyo (dejando aparte a Ana la de Bigote) podía salir tan airoso -y encima tan contento- de tanto "desembarate" como el que se formaba al armar el dichoso belén de mis culpas.

Mis hermanas y yo todavía comentamos las anécdotas surgidas durante tantos años de belenismo aficionado, y, como muestra, el botón de la aberración más sublime: que nuestro padre (impío pasivo y anticlerical activo) se volvíera forofo del Nazareno sólo por aquellos días, sólo por aquellos días tan empapados de almibarada Navidad y..., claro, imbuido y espoleteado por el inmenso cariño que sentía por nosotros.

Gracias tantas por tus comentarios que, como el que le hiciste a Zequielito, son verdaderas muestras de que, además de belenes, tenias tiempo para aprovechar en los estudios académicos, como así lo demuestra el dominio que posees en el área del lenguaje (no digo ya de la lengua, con la cual me piropeas, en vivo y en directo, cada vez que nos vemos). Gracias tontas y tantas, tocayo de Aquél.



Jesús Melián Martín -

Querido y estimado Enrique,por segunda vez y con ánimo de seguir contestando y comentando tus verosímiles relatos,éste que releo por enésima vez me deja un sabor dulce y meloso de mis andanzas y escaramuzas para conseguir hacer de una pequeña mesa de "formica" lo que a mí se me antojaba como una explanada a la que había que adosarle: primero,una montaña hecha con papel de periódicos viejos mezclados con cola de empapelar para darle la forma deseada;el naciente del río desde lo más alto con una cascada hecha con papel platina,que recorría la mesa diagonalmente para venir a morir al canto contrario de la mesa.Una vez acabada de secar,la mezcla de papel y cola quedaba rígida y aguantaba algún que otro embiste,que sin querer y con el afán de terminarlo,le daba a la dichosa mesa de tanto bailoteo alrededor de ella.Entre que buscaba serrín en las carpinterías cercanas,cuando no alguna pita,alpiste sembrado de antemano días atras,alguna corteza de las Phoenix Canariensis del Convento,con la que hecha pedazos construía habilidosamente el lugar para ubicar el manoseado misterio que de tanto traqueteo y siendo figuritas de plástico,les faltaba a algunas el color de los ropajes o el mismo color del cabello,supongo que de agarrarlos por la cabeza y del roce del trasiego que no era mucho.Después como quién no quería la cosa,me acercaba al parque de Teresa y Mundo y me llenaba los bolsillos de arena rubia,de la que yo le contaba a mis amigos que la habían traído del desierto del Sáhara;así el nacimiento a mí me parecía más auténtico si cabe.Sólo me faltaba hacer acopio de cada una de las figuritas que iba emplazando cada año en lugares diferentes para que no se me hiciera anodina la tarea,que aunque ardua, a veces para mí era como un bálsamo reparador,vamos que por aquel entonces,éste que rubrica lo escrito era un "culo inquieto".Me podía estar muriendo de sed o de hambre alrededor del dichoso belén,mientras mi madre me llamaba una y otra vez insistentemente...,que vengas a comer de una vez,que no pongo más que una mesa,cuántas veces tengo que repetírtelo,después de comer lo terminas que seguro te queda mejor.Y claro,ante esa perspectiva de que quedara mejor le hacía caso, me sentaba en la mesa y no veía la hora de acabar...¡No!...ahora el postre y hasta que no termines no te levantes de la mesa.¡Dios mío!que cruz,que cruz...mascullaba entre dientes para no molestar,pues era hora de descanso con siesta incluida,para el que quisiera,no fui"amigo de siesta" ni lo soy aún.Cuando ya todos plácidamente abrazados por Morfeo y sumidos en ese soporífero sueño( va a ser eso lo que no me gusta de la siesta),dispuesto a dar los últimos retoques y ubicar con sabia decisión cada uno de los extras del ansiado y gozoso portal de Belén.Digo gozoso pues para mí lo era,disfrutaba como niño que era,además de educado en seno católico,ya ahora, eso es otro cantar.Después de casi medio día para rematar la faena y una vez concluida,la alegría y el regocijo por mi parte,le cogía a mi madre la botella del agua de la plancha y vaporizaba agüita sobre él para darle lustre y que pareciera más real.Mi madre me enseñó a no poner al niño Jesús en la cuna hasta su nacimiento;aunque yo me empeñaba en verlo aunque fuera un ratito para ver "como quedaba".Ni que decir tiene que la pared la forraba con papel azul de seda al que aplicaba con cola blanca, de la que refañaba un poco de la caja de herramientas de mi padre.unas estrellas hechas con los tapones de las botellas de vino de mi padrino Bartolito,que yo guardaba para tal efecto,blancas y amarillas,divinas mis estrellas y hasta algún cometa llegué a poner,por supuesto,era Belén de Judea y como no iba a ser menos,la estrella anunciadora era también de mi cosecha para gusto de todos.Por alguna razón ,que ahora mismo no viene al caso,ese pequeño rincón ha quedado relegado con el paso del tiempo a otros usos más caseros,aunque siempre mantendré, por condescendencia y hasta que pueda y tenga ilusión por hacerlo,montar un misterio lindo y discretito,para que de alguna manera no se rompa la magia que por y para siempre acaba inundando cada uno de los hogares donde se monta el tan consabido "MISTERIO". Una vez más,me has hecho soltar todo eso que uno guarda como preciado.Si todo lo que uno atesora se lo guarda para sí,no le veo la gracia por ningún lado.Compartirlo me hace más y mejor persona...GRACIAS Y NUNCA LAS MAÑAS PIERDAS...

Loly Verde -

Amigo mio estas referencias siempre me recuerdan a las tradiciones que aún conservamos en casa y me trasladan a momentos muy felices junto a la familia y amistades queridas.¡Eres genial! y yo afortunada de tener un amigo como tú.
¡NOTICIA:YA SOY ABUELA!.Es una preciosa niña y se llama Candela.Estamos en Argentina donde nación el 22 de febrero y me gustaria compartir contigo fotos de este gran evento que me cambia la vida día a día.Dime como puedo enviartelas.
Besos y achuchones.
Loly

Enrique -

Pepe el de Lucila tiene muchísima razón, la Navidad fue, es y seguirá siendo un momento mágico que niguna moda comercial o bambolla consumista podrá jamás anular en toda su esencia (gracias a Díos).

Agradecido por tu comentario, un abrazo; nos vemos en cualquier recodo de este BELÉN nuestro que es La Aldea eterna.

Pepito el de Lucila -

Bueno mi buen amigo.muy bien por tu parte,lo expresaste,hilo x pabilo,muy bien,y nos hace,por lo menos a mi,recordar tiempos de antaño,cuando uno era un cachorrillo.
Recordar que dentro de cincuenta años,los niños de ahora, que ya serán hombres,creo que también dirán lo mismo,los Belenes de antes si eran bonitos, sabéis por que?.
Por que la Navidad, antes y ahora, y después, Es Fantástica y tiene mucha Magia,donde las gentes de bien,por lo menos una vez al año,se reencuentran, gracias,por escribir estas cosas tan bonitas.

Enrique -

LUCIA, a lomos de un rejodíngano camello-Global llegué yo desde La Aldea, es verdad que no estoy en Judea (mucho judío suelto sí que hay -y chinos- en este cyber), pero Rejonia me basta para alejarme de mi valle artevirguense.

Las vivencias de allí es lo que intento plasmar aquí publicando estos relatos; me gusta que te gusten.

Besos muchos, memorias tantas (no tontas).

LUCI -

Haciendo un pequeño alto en este trajín me da por leer lo que nos anunciabas. Delicioso es la palabra, yo que soy de pocas, me transportó a mi niñez a lomos de un camello, a hombros de un pastor, con los pies de un adorador con prisas por ver el niño en la cuna.

Gracias por compartir tus vivencias con todos nosotros. Felices fiestas, salud y amor para ti tu familia.

Enrique -

SISO, si tú te quedas con la frase que expones en tu amable comentario, yo enarbolo la mía que -aunque la construí yo-, al releela me hizo sonreír un pizquillo:
"Sobre la techumbre del establo,en el mismito borde y compitiendo con el gallo,... a pique de matarse..."

Felices fiestas con mucha salud para ti, y para tu jarquilla* también.


*Lo de "harca" me transporta a los años cincuenta (mientras hacíamos el portal) y me recuerda así mismo a un tal Franco rodeado de su guardia mora.

Enrique -

JUANI, el zafarrancho que se formaba en mi casa (hermanas, primos, amigos y allegados) era soportado estóicamente por mi madre, a mí se me jace que hasta le gustaba...

La mayoría de nuestros compañeros venían a jugar a nuestra casa o alrededores, nosotros casi nunca íbamos a sus territorios (por más que nuestra matrona nos alentara a hacerlo).

Los bombillitos llegaron a nuestro belén cuando, estando ya en Rejonia Capital, sobró algo de dinerillo para reponer barro por plástico y para añadir innovaciones eléctricas.

Un abrazo grande con salud para ti y los tuyos.

Siso -

Tanto trajín de estos días había dejado aparcado la lectura de este como siempre bonito texto navideño del recuerdo de una generación de niños medio siglo más atrás que es mucho espacio cronológico ya. Me quedo como siempre con algún párrafo:
"Y... santas pascuas, aleluya, amén; la diversión y el embullo formado por el montaje del nacimiento —fruto deseado de nuestras ilusiones navideñas— había dado por ese día todo de sí colmando de satisfacción y alegría nuestras más íntimas entretelas infantiles: ¡ya teníamos el belén armado!"
Felices fiestas, mucha salud, algo de dinero y de amor a toda la harca.

Enrique -

OLGA, hoy en día es más cómodo colocar el vertical árbol de Navidad que el horizontal portal de belén, la bambolla que se forma es parecida, pero el espacio a ocupar no.

Hay en el nacimiento cosas curiosas, la mujer lavando a las tantas de la noche (cuando no la Virgen) o los anacronismos varios como el de los pavos y las tuneras (especies llegadas de América).

Un beso y muchísimas felicidades dichosas.

Enrique -

PACO REYES, el caganet, el rey Baltasar y el ángel anunciador eran mis tres figuritas preferidas.

El seráfico personaje acabó escoñado de alas por su intrínseca tendencia -más que a planear en vuelo rasante- a engaliarse en lugares demasiado altos y peligrosos para sus frágiles alas y para la poca estabilidad de su peana; en fin...

Besos y abrazos para ti y para toda tu familia.

Enrique -

GLORIA, querida amiga, la platina del chocolate inglés (a años luz de La Isleña) antes de ser depositado en el portal era revisado y olido con detenimiento para comprobar su "autenticidad", y calidad (en nuestro nacimiento: lo mejor de lo mejor).

Trozos de espejos sí que teníamos para dar y repartir, ya que en la carpintería de mi padre se solían enmarcar y/o cortar.

La parafernalia, zafarrancho y salpafuera te los podrás imaginar a poquito que sueltes tu capacidad de imaginación o de visualización: ¡se armaba el belén!

Besos y abrazos achuchonados. Más besos.

Juani -

Los reyes en nuestro portal avanzaban al ritmo que le marcaban la impaciencia de cada uno de nosotros.Tu belen se alumbraba con un bombillo, el de mi casa que era más de los años setenta llevaba una red de bombillitos que mi pobre padre nunca atinaba a colocarlos debidamente y acababan quemados muchos de ellos.

Me gustó bastante tu relato y lo viví imaginando el zafarrancho que tu madre tenia que aguantar como la mia.
Un saludo afectuoso con los mejores dseos de paz, salud y prosperidad.

Francisco Reyes -

Hola aldeano.
El trabajo del belén siempre ha sido uno de los momentos de estas fechas que mas me gustaron desde siempre. Al tuyo parece no faltarle de nada, tiene hasta el famoso caganet semiescondido detras de rocas o arbustos.
Esparamos verte por Alvareda como en otras veces. Por aquí todo igual, tarabajo y trabajo con mucho aguante para soportar esta vaina,
Felices navidades para ti y para los tuyos de parte de todos. Un abrazo.

Olga -

Amigo Enrique, estamos tomando cafelito del descanso y leyendo el relato que nos dijiste. Está como siempre muy bien cuidado y con muchos retazos del pasado y de nuestra infancia, muy bonito.
La mujer lavando en plena noche era otra de lñas cosas que me hacian gracia. Nosotros montamos todos los años uno en casa pero todo ha cambiado,ahora casi que no hay tiempo ni espacio.
Un beso. Nos vemos.

Gloria Bertrana -

¡Qué bien has retratado toda la parafernalia del montaje del Belén! Cierto es que cuando éramos pequeños esperábamos con ilusión esa ocasión porque, al fin y al cabo, era OTRO momento familiar compartido.
Qué gracia ne ha hecho lo del trozo de espejo roto y la platina del chocolate (que en mi casa no sé si era inglés o no). Mientras lo leía no podía evitar sonreir acordándome de los belenes que, año tras año, hacía con mi padre...y más tarde con mis hijas.
Hoy en día hasta lo tradicional se moderniza. Salía el otro día en un telediario que una belenista andaluza puso en el Belén una oficina del paro con una fila de pastorcillos esperando para entrar y solicitar empleo. Ella explicaba que su padre, que era un belenista tradicional, se enfadaba con ella cuando hacía esas cosas. Hay veces que la "modernidad" o el adaptarnos a la vida actual nos hace perder las tradiciones.
Gracias por compartir, querido Enrique.
Un achuchoncito.

Enrique -

BENJAMÍN, si lees el comentario de VIRGINIA te podrás hacer una pequeña idea de los trapicheos que se pueden hacer en los belenes.
Yo te aseguro que algunas de las figuritas parecían tener vida propia, me las llegaba a imaginar moviéndose por la noche a "sus libres albedríos" haciendo vida social por todos aquellos andurriales cercanos a Belén(Spielberg me robó esta parte y la aplicó en la meca del cine).
El ángel de la "buena nueva", en concreto, se emperraba en engaliarse cada día en lo más alto del pesebre sin tener en cuenta aquellos vientos racheados que soplaban periódicamente en Judea, así perdió las alas: de una caída tonta(no sé si también le "daba" a la bota de los pastores que visitaba anunciando el nacimiento del Mesías).

Un abrazo fuerte, nos veremos, Dios mediante.
Memorias para tu tribu.

Enrique -

PEPE SAAVEDRA, querido amigo; como en los tiempos de antes los jornales de nuestros padres eran TAN MISERIENTOS, los belenes que montaban esos establecimietos (imprenta, Antoñito u otros) suplían nuestras ilusiones beleneras más primarias.
Yo también me recorría de la ceca a la meca, casa por casa, visitando los que en La Aldea había y a los cuales yo podía acceder (en algunos -de relancia- alcanzaba algo: pastillas, una lanbuja de turrón, un polvorón aplastao, un cacho de chocolate "La Isleña"...).

Un fuete abrazo, Pepe, para ti y para los tuyos. ¡Salú!

Enrique -

PACO, Vicente el tuyo, guardó el papel celeste muchos meses antes; un servidor se dedicaba a coger cochinilla desde que aprecian las primeras figuritas en la tienda de Encarnita, la madre de Elda, y no paraba hasta conseguir aquellas dos o tres figuras que se le metían entre ceja y ceja obtener(no cuento aquí los sablazos que le di al monedero de mi abuela Pepa, que Dios haya).

Un fuerte abrazo para todos ustedes. ¡Salú!

Enrique -

MARÍA LUISA, la tienda de Purita, tu madre, tiene tan fuerte impronta en mi memoria que, por estas fechas,no me veo en ninguna Navidad que no sea en la de los años cincuenta parado frente a las vitrinas del comercio de juguetes de tu casa y mirando alelado todas aquellas novedades: era un chute demasiado fuerte para mí.

Besos y memorias tantas para todos ustedes.

Enrique -

VIRGINIA..., en tiempos de crisis y de recortes gubernamentales, es necesario reciclar incluso el dichoso belén.
¿Qué importa que haya en él algún hermafrodita? ¿Quién se va a fijar en esos pobres travestidos de Galilea?
Nadie, y si lo hicieran, seguro que cooperarian a la situación con su silencioso disimulo y con su mejor sentido del humor socarrón.

Besos MUCHOS para todos, en especial para Alessandra.

Enrique -

CAROLA, dices que los algunos belenes de hoy en día son con gente de verdad (¡¿y entonces cómo se hacen con el hombre cagando?!), me cuesta creer que completen todas las figuritas y situaciones con maniquíes humanos.

Lo que no me cuesta creer es que a la imaginación y creatividad de los belenistas modernos, les pasa como a los juguetes de los familios de esta época: lo hacen casi todo automáticamente, sin dejar campo a las "voladas" personales.
En fin...

Un abrazo GRANDE.

Enrique -

PEPE VALECIA, querido amigo. Nuestro belén familiar estaba formado, más que por un montón de figuritas, por un sinfín de ilusiones y muchísimas ganas de hacerlo (incluso con elementos prestados).

El entusiasmo que transmitía mi padre se extendía por todos nosotros y llegábamos a renunciar a nuestras sagradas horas de juego vespertino en aras del rebumbio belenero.

Con los años el ajuar del nacimiento fue enriqueciéndose y viajó en cada una de nuestras mudanzas transportando ese cachito de Belén de Judea a cada una de las casas y barrios de Rejonia donde habitábamos.

Un abrazo.

Benjamín -

Querido aldeano desaparecido en combate, me acabo de enterar que en tu belen el angelito del "gloria in exelsis deo" se encaramaba al techo del pesebre y se pegaba algunos pertigazos, me da a mi que eran tus madelman de aquellos tiempos lo malo que de barro y no transformer para tu desgracia.
Muy bonito el belen que te has montado este año. Felicidades de parte de todos. Nos vemos en Alvareda en el ciber como siempre, el venticuatro por la mañana. Un abrazo.

José Saavedra Molina -

Mi querido y admirado amigo Enrique. ¿Qué podría decirte que no te haya dicho con anterioridad para no repetirme?. Como siempre, tienes la habilidad, la maña, ese gracejo especial y único en tu ser, que hace que rememoremos nuestra niñez. Pero, además, aunque nuestras vivencias hayan sido distintas, siempre encuentro inmensas semejanzas y similitudes entre lo que viví yo y tus propias experiencias, esas que tan bien sabes describir en tus escritos. Ya los echaba de menos.
Mis vivencias fueron otras, como es natural. Yo me quedaba embobado mirando los belenes que se montaban en algunos comercios como el de "La Imprenta El Norte" o en la tienda de Antoñito, frente al Mercado municipal,(no pongo el mote por el que lo conocía todo el mundo por respeto a su memoria, puesto que ya ha fallecido). Había otro Antoñito, el del músico, que ese sí que sabía decorar de manera muy atractiva su escaparate con toda clase de turrones, mazapanes, frutas escarchadas y golosinas, la mayoría de importación. Lo adornaba todo con virutas de colores, haciéndolo demasiado atractivo. Era todo un avanzado en eso. Pero aquello era sólo "mirar y dejar" (la economía de mis padres no nos permitía adquirirlos). No me quiero extender más porque para eso estás tú. Tú sí que tienes el don y sabes sintetizar, recoger y expresar con muchísima habilidad todas esas vivencias con las que nos ayudas a todos a revivirlas. Muchísimas gracias Enrique por ser como eres. Un abrazo enorme y saludos muy cordiales para todos los tuyos, especialmente para tu madre.
Y, que tengan todos unas muy felices fiestas.

ENRIQUE GARCÍA VALENCIA -

Cada vez, por mor de intereses comerciales o de no sé qué, comienza a sentirse la atmósfera de Pascuas en épocas más tempranas (desde mediados de noviembre se nota algo de movimiento y se inicia cierto rebumbio de "vuelve, vuelve a casa"), tal es la fiebre pre-navideña que, hasta las figuritas de mi viejo arcón mental se rebullen inquietas urgiéndome para que las ponga en el nacimiento ya desde el primer domingo del Adviento litúrgico (las muy rejodínganas... ¡y sin haber plantado aún el trigo!).

Vale que yo todavía tengo mando sobre ellas e, impasible -por no decir impertérrito-, les voy dando largas y no las dejo que me "armen el belén" antes de tiempo.

Ayer por la tardecita era el momento adecuado, y aquí está para todos ustedes el montaje que este año me dio por hacer; va con mis mejores y más almibarados deseos propios de estas fechas y de sus algarabías adyacentes, las cuales (gracias a Dios) son solamente una vez al año.

Salud, memorias tantas y... ¡dichosa Navidad, más una próspera Epifanía!

PACO RAMOS -

QUERIDO ENRIQUE,COMO SIEMPRE ,CON EL TACTO QUE TE CARACTERIZA, REFLEJAS NÍTIDAMENTE ESOS MOMENTOS MÁGICOS QUE ADORNARON NUESTRA NIÑEZ.ME VIENE A LA MEMORIA MI HERMANO VICENTE ,QUE DESDE JUNIO GUARDÓ UN PAPEL CELESTE PARA EL CIELO DEL BELÉN.UN FUERTE ABRAZO.

Mª Luisa Quintana Hdez -

Perdona por los errores ortográficos que he cometido.Todo esto es debido a escribir rápido y a mis cataratas.Un saludo.

Mª Luisa Quintana Hdez -

Gracias amigo Enrique por recordarme unos hechos de mi niñez.el serrín nos lo regalaba "mastro" Tomás el carpintero.Lo teñíamos con anilina verde para hacer el césped y de marrón para hacer los caminos y veredas.Con papel azul del que vendía mi madre en la tienda hacíamos el cielo y las estrellas y la luna eran de platina.También era de platina el río y el lago con un etrozo de espejo roto.el culantrillo de la pila de beber desaparecía de su lugar de origen e iba a parar al pesebre.También plantábamos el día de Santa Lucía alpiste en las famosas cajas de conserva Conchita. mi madre decía lo siguiente : Por santa lucía cantan pascuas en trece días. en cuanto al papeo, mi madre prepara unos dulces ríquisimos y mi abuelita Luisa una carne compuesta que sabía a gloria bendita.Las garapiñadas, las truchas de batatas, los bollitos, los queques caseros , los turrones y las pasas nuncan faltaban.algunas veces íbamos a la Misa del Gallo y después volvíamos a golosiniar de nuevo.las truchas y las golosinas desaparecían del plato en un santiamén. En cuanto a los Reyes la ilusión era inimaginable.Deseabámos que llegara es día tan especial para los niños.Desde las seís de la mañana se oía a los niños de Yoyo con las pistolas de mixtos disparando a todo lo que se movía, a Tomás el de Lala con la armónica ya que desde que tenía cinco añitos la tocaba estupendamente.A ellos se le unía mi hermano octavio vestido de indio con la espada y todo.¡Cuánto hecho de menos ese día!Hoy los niños ya no juegan en las calles solo están pegados a los ordenadores, los videojuegos, los móviles...Te deseo unas felices fiestas en compañía de toda tu familia y en especial a tu madre.Un beso para todos.

Virginia Correa García -

He hecho un recorrido en mi memoria y así lo hacíamos en mi casa desde que me acuerdo. Algunas cosas heredadas supongo del ingenio infantil de mis tíos y como si lo estuviera viendo a Luis ayudando en los arreglos de peso. No puedo dejar de recordar el Belén que hicimos en Úbeda de plastilina cuando tenía la edad de Alessandra ahora, creo que no llegaron a tiempo de Navidad, después nuestras figuritas eran de plástico y recuerdo cuando llegó el papel estampado del paisaje que ya no había que decorar pero había que tener en cuenta dónde poner el desierto... Este año hemos decidido hacerlo sin tierra por motivos de estas alergias nuevas que no llegamos a comprender muy bien, mientras tanto , disfrutamos de este con dos figuritas (ya te dirá mi madre) de arcilla heredadas de la familia de la que una se le añadió una cabeza que no corresponde... es una sospechosa señora con barba o un señor con pecho...

Carola -

Una similitud de esos belenes se atisba hoy en día, sin la categoría de esos años. ¡Antes si que había imaginación! no como ahora que todo es eléctrico y ya no hay ni moscas. Ahora las figuritas de barro son gente de verdad, el agua no es espejo roto, los animales ya no comen paja sino pienso... y hasta hay concursos de belenes. Los reyes magos ya no vienen caminando sino en helicóptero, las cartas las reciben a través de e-mail y los regalos los pagamos con tarjetas de crédito..
Yo prefiero los belenes antiguos por ser más creativos. Que tengas unas navidades llenas de Paz y mucho Amor.

Pepe Valencia -

Enrique, en mi familia, durante nuestra infancia, como muchas de nuestro pueblo, carecíamos de recursos para montar un nacimiento como el que describes con tanta meticulosidad, pero eso no quiere decir que no tuviésramos esa visión del misterio para esos días. En nuestras salidas al pueblo, y visitas a la iglesia, nos quedábamos embelesados mirando las figuritas del que se montaba en nuestro templo. Años más tarde, me enteré que eran de terracota originarias de Gerona. Auténticas obras de arte por su belleza y antigúedad y que fueron rifadas y afortunadamente ganadas por Ana la de "Bigote" y que gracias a ella, valoradas y conservadas y que tuve la suerte de restaurar y que ahora forman parte de su Belén extraordinario conocido por todos en nuestro pueblo y por nuestros escolares, que conocen esta tradición navideña en nuestra tierra. Felicidades por recordarnos esta tradición que de alguna manera hace revivir y recordar nuestra infancia y hace e hizo volar nuestra imaginación en torno a nuestras familias en ambiente navideño.