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ARTEVIRGO, desde La Aldea, miradas y voces

El gato que sueña

 

Preámbulo. Hace unos años, quizá una decena de ellos, vivió por La Palmilla un gato esmirriado, galavardo y dormilón que usaba el drago de Siso para sestear a cualquier hora del día; pocas veces tuve la suerte de poder espiarlo cuando desplegaba su actividad consciente. Tenía su echadero (a modo de nido) en el espacio axilar que forman el tronco y los primeros brazos del vegetal. Allí, acomodado tan ricamente entre los marullos que generaba el mato, pasaba sus horas muertas atusándose los bigotes mientras cambiaba de postura aun con los ojos fechados para no desairar a Morfeo. Solamente podían sacarlo de su letargo: sus infructuosas cancamusas cinegético-aviarias, los aromas que solía emanar la cocina de María Isabel y el escándalo que, a veces, formaban los palmeros piando entre los pimpollos de hojas finales en sus peleas por acaparar los mejores sitios del posadero comunal; cuando no, todo se le iba en revolverse buscando mejoras en la posición, en taparse la cara con las patitas combadas y, en algún que otro estiramiento corporal acompañado de bostezos, hincado de garras en la costra de los gajos y arqueamiento máximo de su flexible espina dorsal averdugonada.

 

El gato que sueña

El gato del drago de Siso duerme mientras inquietan sus ajetreados sueños de inalcanzables pajarillos los piscos de hojas que caen a pedacitos en su nido.

Y el gato de sueños de pajarillos, que duerme entre hojarasca de piscos que caen a trocitos, no vela en el drago de Siso sus renuentes sueños que duermen con él.

Velan sus precisos sueños los pajarillos que dejan caer hojarasca a cachitos sobre el gato que, inquieto por los piscos, sueña con pajaritos sobre el drago de Siso mientras duerme enroscado en su confortable nido.

Yo también sueño que mis inalcanzables quimeras caen sobre mí a piscos y que puedo trancar, entre la seca hojarasca de mi propio nido, algunas partículas de esos anhelos imposibles que sueño incluso... cuando estoy dormido.

 

Enrique Felis García Valencia. 2007

 

 

 

7 comentarios

Enrique García -

Y Pessoa decía (dice):

Gato que brincas na rua
como se fosse na cama,
invejo a sorte que é tua
porque nem sorte se chama.
És feliz porque és assim,
eu vejo-me e estou sem mim.

Besos repartidos, memorias tantas.

Benjamín G. -

Neruda decía (dice):
EL HOMBRE QUIERE SER PESCADO Y PÁJARO,
LA SERPIENTE QUIESIERA TENER ALAS,
EL PERRO ES UN LEÓN DESORIENTADO,
LA MOSCA ESTUDIA PARA GOLONDRINA,
PERO EL GATO
QUIERE SER SOLO GATO
Y TODO GATO ES GATO
DESDE BIGOTE A COLA,...

Un beso colectivo. Más!

Enrique Felis Cato feliz -

No sé si el gato del drago de Siso era de la casa (de la cocina seguro que sí); una cosa era segura: el drago y los sueños de pajaritos le pertenecían enteramente.
Pa mi gusto que era de Nina Castellano, yo se lo tenía dado (no creo que lo echara en falta); yo solía ponerme por la calle de abajo, a la sombra, y desde allí lo acechaba cuando se dignaba a protagonizar "algo". Me daba risa ver los intentos de llegar a las aves y sus esbozos de planes para atraparlas, nunca lo vi cazar nada (y eso que lo rondé bastante).
Los rabinos de Los Llanos eran más desinquietos y certeros en sus cancamusas cazadoras.
Memorías de las muchachas, un beso mío.

Mary Luz -

Enrique, para que guardes en tu memoria, te diré que han perdurado en el tiempo los “Rabinos”; todos los gatos que ronronean detrás de la portada son apodados con el nombre de su antecesor. Llevan con dignidad su ilustre apodo.
Pero como va marcando la historia, nada es igual; ya no se acercan a nosotros, solamente mi madre tiene ese honor, no les queda otro remedio: mis hijos querían ponerles ropa y el de Víctor, ¡vale más ni mentarlo”, es muy ruin.
Creo que el gatito de María Isabel es muy afortunado, ¡nunca pensó ese ilustre gato ser protagonista de tu bello relato! (una rima bien merecida en tu honor)
Gracias miles. Te las seguiré repitiendo mientras sigas alegrando y haciendo a mi memoria recordar tantas cosas bellas.
Memorias para las muchachas.

Felis Gatía Valencia -

Sueño incluso...cuando estoy dormido. Despierto puedo evocar el patio comunal de mi abuela coma Pepa Briginia, en Los Llanos, lleno de vida, sobre todo de plantas, gatas y su correspondiente insalla de gatillos; uno para cada uno de los familios que por allí pasamos a través del tiempo, coetáneos o no.
Rememoro así, el gato chispiao de Alejandro, la gatilla ceniza de Pepita, el esrrabonao de Orlando, el negro, Rabino, Rosaura la cazadora, Félix (el macho huraño), Pipo...
A pesar de sus consabidas siete vidas, muchos de ellos duraban poco en el lugar y hacían mutis por el jardín pero, no había problemas: siempre aparecía alguna gata paría transportando sus crías de una guarida a otra más segura, para nuestro regocijo, aprendizaje y diversión.
Muchas memorias, besos: mil.

Olga Vega -

Hay gatos y gatos, por mi casa se pone uno a maullar de madrugada que si yo lo pudiera trancar lo hacía piscos, como tu dices. Hace como un niño chico llorando y se puede pegar horas. Por eso no puedo soñar esos sueños que tu sueñas incluso...cuando estás dormido y sin maullidos.
Me pude imaginar tu gato del drago. Besos.

Mª Luisa Quintana Hdez -

Amigo Enrique,tu linda historia me hizo recordar a un lindo gatito rubio que teníamos en mi casa de Castañeta.Cuando ibamos para nuestro querido pueblo toda la familia en el verano,subía por la parra que tenía mi padre delante de la casa y llegaba hasta la ventana.Luego se ponía a aruñar el cristal para que la abriéramos.Casi siempre subía después del almuerzo es decir a la hora de ver los niños los dibujos animados.Gato y niños veían la tele.Era un número impresionnte ver al gato mover la cabeza a un lado y a otro según se movieran.También recuerdo que mi madre para llamarlo a comer se ponía en la ventana y tocaba un platito de metal que tenía con uin tenedor y a continuación no solo venía a comer nuestro gato sino que de todos lados sobre todo desde Risco Redondo bajaban todos corriendo cuando oían ese sonido que a ellos les parecería a música celestial.Cuando mi gato quería salir se ponía a maullar en la puerta,es decir que no salía por la ventana.Esta bonita historia terminó cuando una mano asesina envenenó a muchos animalitos indefensos´que no les hacían mal a nadie.
Un saludo y sigue escribiendo estos bonitos relatos