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ARTEVIRGO, desde La Aldea, miradas y voces

LA ALDEA: NO VAMOS A PARAR

LA  ALDEA: NO VAMOS A PARAR

El día 4 de Noviembre está clavado en la memoria colectiva de La Aldea como el inicio de un camino sin retorno hacia la esperanza. Ese 4 de Noviembre simboliza también el tributo a nuestros mayores, a su lucha contra el aislamiento aldeano y a su intrepidez por darnos un futuro mejor. Ese 4 de Noviembre fue la primera llama de un sentimiento que hoy brilla con luz propia y que, le pese a quien le pese, va a mantener una posición neutral y aséptica frente a las organizaciones políticas.

Aquel día nos echamos por vez primera a la calle para reivindicar un compromiso histórico de las administraciones con nuestro municipio y esa deuda se llama Carretera La Aldea-Agaete.

Ha pasado un año y los resultados empiezan a verse de una forma lenta y no con los plazos que se nos habían prometido. La primera gran satisfacción ha sido comprobar el grado de adhesión, cariño y respaldo unánime que ha experimentado el Foro Roque Aldeano, una iniciativa social activada por un grupo de entusiastas, que sólo tomó el bastón de sus padres y abuelos para que no quedara en el cajón del olvido todos sus esfuerzos. Y la segunda gran motivación ha sido comprobar cómo el proyecto de la carretera da sus pasos en el complejo y burocrático laberinto de la Administración.

Por desgracia, todavía no hay una fecha oficial para el inicio de las obras; este Foro sólo vive para la verdad y es mejor afrontar la cruda realidad, tal y como es. Pero lo que sí es cierto es que los tiempos para la ejecución se han acortado y si antes esperaba el sueño de los justos, en un cajón o en un archivo, hoy es un proyecto vivo, revisado constantemente por los técnicos e incorporado al programa inversor de carreteras. Y el pueblo aldeano con su lucha tiene que ser el motor que impulse a la clase política a que no se sigan haciendo falsas promesas y que la carretera en ningún momento se convierta en moneda de cambio dentro de las luchas entre gobierno central y gobierno canario.

Ha habido, por tanto, un giro copernicano en la línea, la filosofía y la persistencia de una necesidad básica para nuestro municipio: romper la lejanía y garantizar una condición de calidad de vida a la que La Aldea tiene derecho y por la cual vamos a seguir luchando cueste lo que cueste.

La carretera La Aldea-Agaete se va a construir y lo veremos muy pronto. Aquel 4 de Noviembre de 2006 fue el inicio de algo grande. Aquella movilización, que se remarcó después con la gran manifestación por las calles de Las Palmas, fue la expresión de un pueblo y no de una persona, ni de un político, ni siquiera del Foro…, fue el resultado de una ilusión colectiva que no va a detenerse (le pese a quien le pese) y que no va a permitir injerencias externas con fines de instrumentalización partidista. El Foro es de La Aldea y de los miles de canarios que apoyan nuestra carretera y a La Aldea debemos nuestra consideración porque cohesionando nuestras fuerzas conseguiremos ser respetados dentro y fuera, demostrando así que vamos en serio y, sobre todo, que no vamos a parar. Se lo debemos a nuestros padres.

 

Pedro Montesdeoca, presidente del Foro Roque Aldeano

 

 

LA RAMA TECHNO VIKING

No me puedo resistir a compartir este vídeo que me pasa el trasto de mi primo... Es que ya lo nuestro trasciende las fronteras. Quién sabe si los vikingos en sus viajes a lo largo y ancho de este mundo (Capitán Tantán dixit) no anduvieron por estos pedruscos y se llevaron la rama a esos nortes. O quizás a algún choni de vuelo chárter con todo incluido despistao se le pegó la jiribilla... Misterios de la ciencia ia ia ia ia ia...

 

 

Carta de un padre

Carta de un padre


Preludio

Dos amigos: uno llorando y el otro que pregunta el porqué de su aflicción.

-Murió mi padre- dijo uno.

-¿Y por eso lloras? A mí se me perdió el tapón de la calabaza y aquí me ves tan campante...


El mío (que Dios haya), cuando estábamos tristes o llorosos por algún gran motivo infantil, nos contaba una y otra vez el mismo chascarrillo que, invariablemente, nos hacía pasar del estupor a la incredulidad y de ésta a la risilla floja; ni que decir tiene que para entonces el origen de nuestra magua ya se había olvidado, en su cariñosa cara se reflejaba la nuestra ya más conforme y sus hábiles manos, oliendo a Mecánicos blancos sin filtro, acababan la labor con alguna caricia, zalamería o sobado de mocos con su inefable pañolillo arrugado que desprendía un aroma mezcla de garepas, serrín, sudor de garlopa, tabaco y cariño paterno; si algún perfumista pudiera sintetizar ese aroma en alguna colonia, crema o potingue oloroso, haría su agosto (de por vida) con los garcía valencia.


Al año de su muerte, y como una especie de psicografia consoladora, nació esta carta que se supone él tuvo en mente pero que no llegó a plasmar sobre el papel para no entristecemos más, (seguro). Ahora estamos fuertes y lo recordamos con alegría y risas pero, todavía por aquel entonces nos hacía falta el empujoncillo de la misiva que su aliento me dictó y que dice así las cosas que hubiera querido manifestamos en su tramo final de vida terrestre, como su última voluntad, a modo de postrer carantoña vital...


"Carta de un padre"

(de cualquier padre)


¿Y por eso lloran? ¡A mí se me perdió el tapón de la calabaza y aquí me ven tan campante, sin una lágrima!


Podría comenzar esta carta quejándome de mi suerte, y achacarle a estos últimos años de mi vida todo el aparente infortunio que me rodea a causa de mi precaria salud. Pero no lo voy a hacer, no emitiré ni un solo suspiro de resignación.


No malgastaré ni un pisco de mi escaso hálito en inútiles lamentaciones, lo necesito enteramente para estar alerta, y así poder gozar de ustedes y con ustedes los minutos, los segundos que me restan hasta que sobrevenga el tránsito. La llegada del Santo Advenimiento.


Podría compadecerme, acusarme de no haber sido mejor padre, marido o abuelo, perderme en un intrincado galimatías de autoacusaciones que me alejarían de la idea principal que me mueve a escribir este breve texto: manifestar que he sido muy afortunado al contar con tan buenos compañeros de viaje en este ir que nos ha tocado, en buena parte, realizar juntos.


Podría, en estos momentos finales de mi camino, aferrarme irracional e inútilmente a lo que dejo, asirme obstinadamente a lo que no puede ser. Y, porque no quiero apartarme ni un ápice de lo que les quiero transmitir, acabo el mensaje permitiéndome decirles que no deben llorar por mi ausencia, que no se apenen en demasía, que no sientan tristeza cuando físicamente me haya ido... Búsquenme en los buenos tiempos, recuérdenme en los gratos momentos alegres, hállenme en ese rinconcito del corazón que genéticamente compartimos, véanme como viajero feliz y satisfecho en la partida...


Por lo expresado anteriormente, dejen que mi postrer acto como padre sea decirles lo siguiente: los quiero a todos. Y los querré siempre, hasta el fin de los tiempos, por toda la eternidad. Mi cariño por mi familia brilla y brillará con más fuerza que los miles de estrellas que tachonan la bóveda del cielo. Puede que yo muera, pero mi amor por ustedes jamás morirá; nunca se extinguirá.


Papá


Transcrito por Enrique Garcia Valencia, hijo de Luis el de Panchito el del Sindicato.


'tell me more' de FRANCIS NARANJO en la Galería AFA (Santiago de Chile)

 

Inauguración 16 de Octubre de 2007

..."No ver y ser visto.

Esa dualidad expresa el núcleo de la inquietante paradoja que atraviesa toda la trayectoria creativa de Francis Naranjo.

La visión nos hace humanos, a través de ella llegamos al conocimiento y entramos en relación con los otros y con el mundo. Pero no siempre vemos. Y ahí se sitúa el impulso de la propuesta artística de Naranjo: el arte debe permitimos apropiarnos de la visión. Con un matiz importante: sus instalaciones, en las que siempre ha destacado la perfección formal de su acabado, rompen el tópico obsoleto de una visión plástica "instantánea" o "inmediata" para llevamos a un ámbito en el que la visión es una secuencia y exige la participación activa del espectador, de quien mira"... (José Jiménez, Director General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura).


En la página web de la Galería AFA podrá ver las obras que componen la exposición.

Puede Vd visitar el blog de Francis Naranjo:

http://www.francisnaranjo.blogspot.com


TÚ ME QUIERES BLANCA, de Alfonsina Storni

TÚ ME QUIERES BLANCA, de Alfonsina Storni

Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.

Tradición teatral en La Aldea a propósito de la presentación del grupo La Gaviota

La dramatización siempre ha tenido arraigo en la sociedad local, sobre todo, que es lo que recordamos, desde los años del cambio social a la Transición, cuando por las fiestas los jóvenes, primero en Galas del Charco y luego en Culturaldea, representaban una obra teatral.

En ese tiempo comenzó a generarse una interesante dinámica teatral, tanto en el Instituto de Bachillerato (por donde pasaron muy buenos profesores de Lengua y Literatura) como en el Colegio de La Ladera, entonces receptor de toda la Segunda Etapa de EGB, a partir de 1973.  Se organizaban semanas de teatro y, sobre todo, por la fiesta de fin de curso, nunca faltaban una o dos obras de teatro infantil. Esta dinámica continuó desarrollándose en el Colectivo de Unitarias, después de 1986, y en otros colegios, hasta finales de los años noventa en que las iniciativas se aletargaron, volviendo a resurgir  a mitad de esta primera década del siglo XXI, con otros grupos como los del Proyecto Comunitario con sus representaciones etnográficas, Centro de Discapacitados, Centro de la Tercera Edad, etc.

 

 

 

 
Galas del Charco y Culturaldea
 

Las Galas del Charco siempre constituían, desde 1969 hasta principios de la década de 1980, una gran expectación. Las entradas se agotaban desde las primeras horas en que se abría la taquilla del Cine Nuevo. Se exponían actuaciones musicales y pequeñas dramatizaciones. No sé si se acuerdan de las participaciones de Isidro Vicente representando musicalmente a Nerón, de Enrique Valencia y de la cuadrilla de Esther Julia, entre otros.

Más tarde, tanto en Galas del Charco como fuera de ellas, después de 1978 los jóvenes estudiantes universitarios dramatizaban interesantes escenas teatrales o adaptaciones de obras literarias. Me viene a la memoria aquella célebre adaptación teatral-musical de Juan Salvador Gaviota o El Principito. Entonces comenzaba a implantarse en las escenificaciones la música como elemento para reforzar los contenidos de la obra, pues ya estaban generalizados los sistemas de reproducción del sonido en cintas magnéticas. Además, se cuidaba mucho el escenario con decorados y se trabajaba muy a fondo el color, utilizando diversos materiales como era el papel, los pañuelos de colores, las telas decorativas, la vestimenta…

 
El teatro en las escuelas
           

Tengo la experiencia personal de trabajar durante algunos años el teatro con niños de aquel Colegio de La Ladera y con otros profesores bastante inquietos e interesados en la dramatización. Por citar algunos diremos a Antonio Rodríguez, Pepín, Pilar Hernández, Marta, María Isabel, Abel, Ana María…

A veces, cuando me tropiezo con alguna fotografía de estas actividades, reflexiono y reconozco lo activos e interesados que eran los niños y niñas en el teatro, cómo creaban sus propios personajes y diálogos y cuánto aprendíamos de ellos. Y cómo da vuelta la vida, dice una expresión popular, lo digo porque recuerdo que en aquellos diálogos del teatro costumbrista, vestidos como la gente de antes, escenificaban encuentros, duelos y situaciones cotidianas diversas: “¿Cómo se encuentra comadre?..  ¡Ahí, mi niña...llena de dolores, dolores…! “ para la risa de todos; situaciones estas que para aquellas generaciones que ya sobrepasan los cuarenta años de edad, el óbito y los dolores ya no son teatro sino realidad en la edad adulta.

El teatro infantil se trabajó con mucho entusiasmo pedagógico desde la creación del Colectivo de Escuelas Unitarias, en 1986, labor que aún se mantiene creo, mediante la que llegamos a crear y adaptar pequeñas dramatizaciones en labor conjunta, que cada año se llevaba a un barrio distinto.

El teatro también se ha venido realizando en otros centros con profesores interesados como es el caso, por citar un ejemplo, de Paquito Rodríguez, ya jubilado, que llegó a componer pequeñas dramatizaciones tanto en el Colegio de Cormeja como luego en La Ladera. Pero preparar una obra de teatro en la escuela requería mucho esfuerzo por parte del profesorado, muchas horas de ensayo y de compromiso, a veces invirtiendo dinero de su bolsillo y siempre expuestos a algún problema en el día del estreno: ponerse enfermo un alumno, la familia no mandarlo a clase o no colaborar en el vestuario, etc. Por eso la organización de este tipo de actividad requería y requiere una enorme fuerza de voluntad por parte del profesorado para superarse él mismo y para infundir ánimo a sus alumnos, por lo que muchos, para evitarse líos, no se aventuraban en ello. Y de líos va la parte principal de este artículo en ARTEVIRGO.

 


Yo no quiero líos del grupo de La Gaviota

 

 

El pasado día seis del corriente, sentado en la parte alta del ya viejo Cine Nuevo (cuántas escenificaciones extraordinarias se han realizado en él a lo largo de medio siglo) disfruté como no la hacía desde hacía tiempo frente a un escenario, esta vez con actores muy conocidos de todos, los del grupo La Gaviota, que escenificaban la obra Yo no quiero líos.

Bien es verdad que la obra en su naturaleza es divertida, con todos los líos que en ella se traman. Pero según pasaban las escenas, yo retrocedía en mis recuerdos de varias décadas atrás, cuando actores adultos de la representación como Ray, Feque, Fefo (José Francisco)… eran niños inquietos de aquella inquieta generación que tantas escenificaciones teatrales hicieron para los padres y madres, y extraordinarios actores infantiles que siempre lo fueron, como otros más. Con ellos estaba otro amante del teatro, el profesor Paquito Rodríguez, que tanto trabajó en la escuela la dramatización y que en la obra estuvo inmerso en su rígido papel, dominando todas las situaciones, como él lo sabe hacer. Las felicitaciones se alargan en el mismo listón a los demás actores, que nunca había visto en un escenario y que gratamente me sorprendieron. Más sorpresa tuve cuando vi entrar en escena a los actores más nuevos, precisamente nuestros alumnos actuales del Instituto y cómo sincronizaron tan bien el tiempo generacional.

Con toda sinceridad, vuelvo a expresar que fue muy grata y sorpresiva la escenificación del Yo no quiero líos, un juicio crítico que todos los asistentes al acto también firmaron a tenor de los comentarios que oímos.

En algún momento de la representación observé algunos detalles a corregir, en mi opinión, algo en lo que desde hace muchos años venimos insistiendo en las aulas: utilizar el lenguaje sencillo en cuanto a la expresión con la dicción propia, con el bonito acento que tenemos los canarios. Cuántas veces nos enfadábamos en La Ladera porque, no sé por qué, los niños desde que hacían una escenificación dejaban a un lado su expresión natural para pronunciar las “eses” y los “vosotros” y algunos hasta las “zetas”, algo que ya tenemos regulado oficialmente en nuestra comunidad autónoma a través de la Academia Canaria de la Lengua y en las orientaciones pedagógicas en el área de Lengua para todos los niveles educativos. Hace unos años hice tal sugerencia, para que adecuaran la expresión oral de los actores, a la realidad del habla nuestra, de la representación del Auto de Reyes, sin ningún efecto, pues aún siguen ajustándose igual al texto. Esto es algo, repito, que por sentido común, debería tenerse en cuenta.

Y volviendo a la representación teatral del pasado seis de septiembre, diremos que, como tantos, nos acercamos a los actores y actrices a felicitarlos y a animarlos y casi todos coincidimos en la necesidad de que este grupo de La Gaviota se consolide de forma autónoma. En nuestra opinión, debería trazarse unos objetivos fáciles de entrada, tales como el ensayo de otra obra que no suponga mucho esfuerzo, ya que a los jóvenes estudiantes una vez que comienza el curso la mente se les complica con tanto trabajo y contenido; la solicitud de ayudas económicas a las instituciones públicas y privadas y no sé qué más cosas. Un primer paso sería escenificar esta obra en otros puntos de la isla, dándola a conocer con copias a las instituciones.

 


 

Y como decía Amable Hernández, aquel recordado e instruido vecino de La Placeta, cuando se retiraba o se callaba de una conversación diciendo “mutis”,  palabra de la terminología teatral que significa acción de retirarse del escenario, escenario este de líneas que he recompuesto a mi modo de ver y manera de recuerdos sobre la actividad teatral del ayer más próximo que, como ven, engarza con el futuro, ojalá que buen futuro tenga el grupo La Gaviota, lo que coadyuvaría al mejor desarrollo cultural de nuestro municipio.

En La Palmilla a 18 de septiembre de 2007

Francisco Suárez Moreno

             

           

 

El gato que sueña

 

Preámbulo. Hace unos años, quizá una decena de ellos, vivió por La Palmilla un gato esmirriado, galavardo y dormilón que usaba el drago de Siso para sestear a cualquier hora del día; pocas veces tuve la suerte de poder espiarlo cuando desplegaba su actividad consciente. Tenía su echadero (a modo de nido) en el espacio axilar que forman el tronco y los primeros brazos del vegetal. Allí, acomodado tan ricamente entre los marullos que generaba el mato, pasaba sus horas muertas atusándose los bigotes mientras cambiaba de postura aun con los ojos fechados para no desairar a Morfeo. Solamente podían sacarlo de su letargo: sus infructuosas cancamusas cinegético-aviarias, los aromas que solía emanar la cocina de María Isabel y el escándalo que, a veces, formaban los palmeros piando entre los pimpollos de hojas finales en sus peleas por acaparar los mejores sitios del posadero comunal; cuando no, todo se le iba en revolverse buscando mejoras en la posición, en taparse la cara con las patitas combadas y, en algún que otro estiramiento corporal acompañado de bostezos, hincado de garras en la costra de los gajos y arqueamiento máximo de su flexible espina dorsal averdugonada.

 

El gato que sueña

El gato del drago de Siso duerme mientras inquietan sus ajetreados sueños de inalcanzables pajarillos los piscos de hojas que caen a pedacitos en su nido.

Y el gato de sueños de pajarillos, que duerme entre hojarasca de piscos que caen a trocitos, no vela en el drago de Siso sus renuentes sueños que duermen con él.

Velan sus precisos sueños los pajarillos que dejan caer hojarasca a cachitos sobre el gato que, inquieto por los piscos, sueña con pajaritos sobre el drago de Siso mientras duerme enroscado en su confortable nido.

Yo también sueño que mis inalcanzables quimeras caen sobre mí a piscos y que puedo trancar, entre la seca hojarasca de mi propio nido, algunas partículas de esos anhelos imposibles que sueño incluso... cuando estoy dormido.

 

Enrique Felis García Valencia. 2007

 

 

 

EL CHARCO 2007


Un año más se ha cumplido el remojón de rigor en El Charco. Miles de personas fieles a la cita con el final del ciclo agrícola anual, preparando la llegada del equinoccio de otoño que traerá nuevas lluvias, nuevas cosechas y nuevas rutinas, hasta el próximo 11 de septiembre en que se completa otra vez el círculo vital aldeano.

Con un retraso poco usual, llegó la Banda de Agaete al Cruce del Puente, para llevar bailando a los inagotables fiesteros hasta El muelle. Pero mucho tardaron en llegar hasta allí, y eso acortó el baile en la explanada. Disfrutaron el tiempo que les quedó, hasta la paradita para almorzar, tomar algo y parrandear por toda la playa atestada de gentes de La Aldea y de otros lugares.

Y a las cinco, puntual, se elevó el volador que llegó a explotar arriba cuando ya El Charco se revolvía con las salpicaduras, los cestos, redes y guelderas. Carreras y viajes para zambullir con ganas o sin ellas a los remisos y remilgosos, que el que baja hasta la playa ya sabe a lo que se expone. Si no quiere mojarse, sitio donde quedarse hay de sobra por otras partes de La Aldea.

Después del relajo y la bulla llega la verdadera esencia de la fiesta: la pesca de lisas y lebranchos, que este año fue poco abundante, no sabemos si por falta de pescado o de pescadores.

Lo que sí abundó fue chovinismo y falso folclore. Cada vez da más pena ver cómo encharcan El Charco, disfrazados de típicos y típicas, algunos con gafas y pelucas, alegando no se sabe qué tradición.

Pues no. No es tradición vestirse como para salir por Tenderete. La tradición es no ir con bañadores, bikinis, ni sin camisa. Esa bobería de vestirse como “sus abuelos” ya está sobrando. Si la orden de vestirse se dio en el siglo XVIII, los que en adelante celebraron la fiesta lo hicieron vestidos, con ropa de su momento correspondiente. Ropa vieja, no antigua. Pero como en este pueblo entendemos por la bomba del tanque y como nos gusta tanto figuretiar como hacernos más auténticos que nadie, así van degradándose las tradiciones. Como si no fuera canario lo que no lleva gofio, fajín, timple o blusa bordada. Por favor. Un poco más de gusto.

Fue un día muy divertido, una fiesta perfecta a la que no le hace falta que le estén inventando nada más.

A quien le corresponda, que tome nota, si le interesa.

GALERÍA FOTOGRÁFICA

 

 



 

ROMERÍA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO 2007

Más de cuarenta carretas, cientos de romeros, no sé cuántos aldeanos y visitantes curioseando, picando alguna papita arrugá, una sardinilla o lo que cayera. Una romería familiar, agradable y muy en el espíritu hospitalario de La Aldea.

Quitando algún que otro traje poco tradicional, se puede decir que este año hemos mejorado, sobre todo en el buen ambiente, menos cargado de botelloneros y más centrado en la parranda y la ofrenda al santo, que para eso estamos.

Podría haber más parrandas, bailes y cantigas, pero eso puede mejorarse para el año próximo, a ver si se animan más gentes de la cuerda. Aunque esto no le restó color y alegría al acto, podrá tenerse en cuenta para ir mejorando una romería que ha calado muy adentro en el sentir de nuestra gente y que la está mimando fiesta tras fiesta, y eso se nota.

Maquetas de la ermita antigua, de objetos y enseres de la cultura popular, formaban un hermoso y animado desfile. Destacaron entre ellos, la exhibición de los lanceros de la Jurria El Salem, que se lanzaron desde alturas asombrosas y una muestra acertada del proceso de pasar higos y tunos.

Y digo yo que esta gente tiene el diablo metido en el cuerpo (al decir de Grau Bassas, a fines del siglo XIX). Si los ves en las verbenas, los ventorrillos, chiringuitos, la rama, la misa y la procesión, la romería… ¿Quedarán ganas para mañana bailar en el muelle y jincarse al charco? Masiao no lo sepas.

BAJADA DE LA RAMA DE LA ALDEA 2007

 

A las cinco de la tarde subió la Banda de Agaete hasta el Almacén de los Picos. Desde allí fue bajando lentamente a pesar del solajero y el calor en un recorrido que duró hasta cerca de las once de la noche.

Aunque fuera domingo, había una cantidad considerable de gentes bailándola y, como es de rigor, no faltaron las ramas de pino y otros.

 


 

Pero, como en años anteriores, siguen sobrando charangas y batucadas, sigue dispersándose la bajada de la rama en cuadrillas de familios, que sin norte ni rumbo andan calle arriba y calle abajo rompiendo una tradición que a la menor de cambio se puede adulterar.

Ya va siendo hora también de que alguien las diga a algunos grupos que La Rama no es un desfile de murgas, y que hagan el favor de dejar las camisetas conjuntadas por cuadrilla en casa y que no hace falta que las rompan ni que las pintarrajeen.

Y la guinda la ponen los profesionales de bailar hacia atrás, estampándose contra los músicos, el cordón policial o cualquiera que se les cruce en su caradura.

 


 

Si limamos esas irregularidades nos queda una bajada compacta, alegre, cargada de gentes que cumplen con el rito un año más y unas bandas que merecen más cuidado y reconocimiento.

 


 

FERIA DE GANADO DE LA ALDEA 2007

 


Como manda la tradición, en la mañana de la víspera de la festividad de San Nicolás de Tolentino, se celebró la Feria de Ganado y Animales Domésticos de La Aldea.

El público, abundante y curioso, disfrutó de una excelente muestra de ejemplares de las cabañas insulares, en la que destacan, como de costumbre, las razas autóctonas.

En esta ocasión se ha aumentado la superficie bajo toldo, para acomodar mejor a la gran cantidad de animales que año tras año va aumentando. Es el caso de caballos, mulas y burros, que ya disponen de unas zonas específicas y no están a merced del sol que, como siempre por estas fechas, aprieta lo suyo.

Es de notar que ha descendido el número de mascotas y de perros de caza, aunque los pocos llegados hasta el concurso no desmerecen en calidad a los de otros años. De entre las mascotas destacamos la participación de pájaros canarios rizados gibosos de excelente calidad.

Buena organización, buenas instalaciones, un público amable y amante de los animales… Poco más se puede pedir a un acto que reúne todos los requisitos de nuestras fiestas populares. Y como siempre no sólo se disfruta de la muestra de ganados y mascotas sino de la conversación, los comentarios, tratos de compraventa, recuerdos de ferias pasadas y anécdotas mil.

 

 

 

 



 

CONCURSO CULTURAL LA ALDEA 2007

CONCURSO CULTURAL LA ALDEA 2007

Durante los días 3, 4 y 5 de septiembre celebramos el Concurso Cultural La Aldea 2007. Fue una edición conmemorativa de los 30 años que se cumplían de aquella fiesta de 1977, en la que tomó esta competición aldeana su formato actual. Sin embargo, no se olvidó su origen, que se remonta a finales de los años 60 del siglo pasado y eso constituyó el eje en torno al cual giraron las actividades en esta ocasión.

Fue un concurso repleto de público y de sorpresas, que arrancaron en la noche del día 3, con un espectáculo de fuegos artificiales sincronizados con música, que causó maravilla entre los asistentes.

 


En la noche siguiente, el plato fuerte, aparte de preguntas o pruebas, fue el sencillo y emotivo homenaje que se brindó a los fundadores del concurso, Celestino Suárez y Salustiano García, a diversos guionistas y jurados a lo largo de tantos años, como Rafael Quintana, Antonio Ojeda, Abel Hernández, Francisco Suárez y José Miguel Rodríguez, y a una representación de participantes en las personas de Carmen González, Arabia Montesdeoca, Carmen Díaz y Dominga Suárez. De boca de los dos fundadores se contaron los inicios y se valoró positivamente la evolución que este acto, ya uno de los más importantes de las fiestas, ha adquirido en sus más de cuarenta años de historia.

 


En la tercera noche, el espectáculo se centró en una prueba final de habilidad, en la que los concursantes reproducían la celebración de la Fiesta del Charco, con banda musical incluida, que contagió al público sus ganas de jarana.

 


En cuanto a la temática de esta temporada, se eligió historia y tradiciones, naturaleza y geografía de Canarias, habilidades musicales, deportes y actualidad. Pero entre todos los temas escogidos destacó el recuerdo de personajes aldeanos del ayer. Ello fue muy bien valorado por un público que rebosó el anfiteatro y que, como siempre, participó durante las tres noches de competición.

Así se cumplían sobradamente las expectativas de diversión, cultura y participación ciudadana sobre las que se elabora cada año este original concurso, exclusivo de La Aldea que, por lo que se ve, tiene cuerda para muchos años más.

Artes Oficios y trabajos del ayer. La Aldea de San Nicolás 1890-1950

Artes Oficios y trabajos del ayer. La Aldea de San Nicolás 1890-1950

Los avances de los medios de comunicación a través de la red de internet representan una de las grandes novedades de la tecnología a principios del siglo XXI, a la que se suman empresas e instituciones cuyo objetivo está en la difusión cultural y la informativa en general.

Desde su fundación como periódico comarcal, infonortedigital.com se marcó una línea definida de publicaciones sobre el patrimonio histórico y cultural de nuestra comarca. Nuestra página, más modesta, artevirgo.blogia.com, creada en 2006, ha centrado su actividad en la difusión de temas de literatura y del patrimonio cultural más local, La Aldea de San Nicolás, desde donde hemos colaborado con otros proyectos, como el comarcal de infonortedigital.com o el nacional canario bienmesabe.org, entre otros. Esta vez nos hemos atrevido a una publicación conjunta de mayor alcance con infonortedigital.com de un colaborador habitual, Francisco Suárez Moreno (Siso), sobre un tema tan interesante como el de los oficios del ayer desde una perspectiva histórico social.

La obra que presentamos, Artes Oficios y trabajos del ayer. La Aldea de San Nicolás (1890-1950), está dirigida al gran público, con un marcado carácter didáctico y pretende no sólo realizar un inventario de labores tradicionales, sino entenderlas en su contexto económico social y, en definitiva, humano.

Muchos lectores se acercarán a este documento en busca de un dato, de una curiosidad, de un listado de personas y oficios, incluso de un análisis pormenorizado del desarrollo de la economía y sociedad de La Aldea de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, o, mejor dicho, además, estamos seguros de que el lector más satisfecho será el que no aborde esta lectura desde una sola de las perspectivas, porque así no limitará el disfrute integral de lo que se expone.

Siempre en aras de buscar un lugar apreciable en la historia de los pequeños hechos de las pequeñas comunidades humanas, se busca un lenguaje preciso, pero con la calidez necesaria, que despierte el interés por la lectura y el conocimiento de unas vidas cercanas, por conocidas o desconocidas que resulten ser las personas que aquí aparecen. Al fin y al cabo toda comunidad es todas las comunidades, y lo local siempre adquiere valor en la medida en que pasa a nutrir el modelo de lo universal.

De cumplirse esto, cerraríamos el círculo al que se aspira: investigar, descubrir, rescatar, divulgar y preservar.

 

EL LIBRO, EN FORMATO PDF, SE PUEDE DESCARGAR DESDE INFONORTE PULSANDO AQUÍ.

PREGÓN DE LA FIESTA DE LA ALDEA DE SAN NICOLÁS 2007

PREGÓN DE LA FIESTA DE LA ALDEA DE SAN NICOLÁS 2007

Con la actuación del grupo musical La Trova, se daba comienzo a uno de los principales actos de la fiesta de La Aldea de San Nicolás de 2007.

Don Manuel Reyes Brito, quien fuera párroco de La Aldea de San Nicolás a lo largo de 18 años, pronunció en el Centro Cultural, ante un público atento y emocionado que abarrotaba el recinto, un pregón brillante por su descripción de la fiesta y por su profunda comprensión del sentir de los aldeanos. El mismo público interrumpió su lectura constantemente, con los aplausos a una persona que tanto nos conoce y que comparte tanto con nosotros.

Brevemente, recordó los lazos que lo unen con nuestra Aldea, desde su niñez en Gáldar, su etapa de párroco y hasta el momento presente, en que, desde Teror, donde ejerce actualmente su labor pastoral, nos recuerda y nos sigue contando entre los suyos.

La parte central del discurso anunciador fue para describir y comentar la importancia de todos los actos y la necesidad de celebrarlos y conservarlos para las generaciones venideras, como parte que son de nuestro patrimonio.

Los amigos, los compañeros, colaboradores, todos los vecinos en general recibieron de él palabras de agradecimiento por lo feliz que se sintió mientras convivió con nosotros.

Tuvo la oportunidad de aconsejar que se viviera la fiesta con valores de respeto y hospitalidad y de invitar a disfrutarlas, a pesar de los momentos de crisis económica que padecemos, como una muestra más del tesón y de la capacidad de trabajo que reza en el lema de nuestro escudo: Omnes labore uniti.

Después de la imposición de la Medalla de Oro de La Aldea de San Nicolás al pregonero, la banda Aires de La Aldea interpretó varios números musicales de diferentes repertorios, entre los cuales destacaron las canciones aldeanas y, por último, acompañados del público asistente, se cerró el acto con el Himno a San Nicolás.

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El estuchillo

El estuchillo

Preludio. Este relato fue escrito como pequeño homenaje a todos aquellos que, sin tener diplomas de titulación oficial, se dedicaban en sus ratos libres al sano quehacer de cooperar (casi de tapadillo) con la plantilla médica local en el intento de paliar los ocasionales andancios y otros puntuales arrechuchos. Empleaban para ello todo su buen hacer y la pericia aprendida en la escuela de la vida, en la facultad de la imperiosa necesidad o en la universidad de la tradición higiénico-sanitaria heredada de las generaciones anteriores.

Como cabeza visible de este sector de diletantes esculapios y expertos sanadores pondré a ASUNCIÓN MEDINA RODRÍGUEZ (nuestra Sunción Seguirilla): diligente, técnica, abnegada, servicial practicante de las curas y del acicular arte, oficiante experta de los trajines que posibilitaban el acceso a las maluras por vía parenteral y amiga benefactora de mi familia: léase Tomás Valencia y su larga enfermedad (entre otras lealtades).

"El estuchillo"

Era plateado, alargado, amañaíto e inquietante. A mí siempre se me antojó que era la cajita metálica ideal para contener una barra de chicle Bazooka, de aquél que se compraba en la tienda de Juan Herrera o en la de Castellano, y no que sirviera para albergar en su interior un diabólico artefacto diseñado para mortificar a los pobres cristianos.

Estuvo con nosotros mucho tiempo, nos acompañó -sobre todo- en la época de las enfermedades infantiles, luego desapareció de la vida doméstica arrinconado, tal vez, por nuestra saludable robustez juvenil en alianza con las innovaciones del voraz progreso. Reposará seguramente (tengo que averiguarlo) en alguna gaveta, en el fondo de un cajón o en cualquier recoveco de la cómoda antigua de mi madre.

Los veloces avances en el campo de la medicina y de la profilaxis han dejado atrás la antigua funcionalidad y eficacia del artilugio que ahora evoco; antes eran utensilios únicos que se evitaba estropear o romper, actualmente se compran por docenas y cuando se usan no se guardan, se inutilizan o se tiran a la basura. También ha quedado desfasado el ritual que su uso conllevaba. Hoy en día todo es más frío, pulcro y aséptico (gracias a Dios). Apenas hay ceremonias previas, el trabajo es rápido y sencillo: en lo que Barrabás se restriega un ojo se termina la rutinaria operación, no te da tiempo ni de mentalizarte.

Había expertos en todos los barrios de La Aldea; en Los Llanos ejercía Dominguita Sosa (tía de Baudilia). En mi casa era mi progenitor quien oficiaba de solemnidad usando el maléfico y dañino chisme con una contundencia devastadora e intentando, al mismo tiempo, apaciguamos para que participáramos de la liturgia (nunca pudo conseguido).

En aquellos momentos, quisieras o no, tenías que compartir el ceremonial y tu estómago se te iba aquellando poco a poco. Todavía puedo recordar el acre tufillo que despedía el rejodíngano trasto cuando lo sacaban de su escondrijo. Le tenía tanto respeto e inquina que, por todos los medios, evitaba mirarlo, tanto en su tiempo de reposo como en sus crueles intervenciones periódicas.

El protocolo, como decía, corría a cargo de mi padre. Se lavaba las manos. Vertía alcohol sobre ellas y sus correspondientes callos. Disponía el estuchillo sobre la mesa o encima del poyo de la cocina. Abría cuidadosamente el metálico continente y sacaba de él su contenido de tres piezas: vidrio transparente y punzante metal. Justo en esa parte del acto, se te empezaba a poner un remolino en el cuerpo, precisamente allí donde se iría a posar el adminículo fatal.

A continuación, introducía los fatídicos tres elementos en agua hirviente durante unos minutos (tregua para ti). Los sacaba de allí usando el que flotaba para engarzar los otros dos; humeaban, pero el machacante ni siquiera se soplaba los dedos, parecía dominar su actuación hasta ese grado de control. Probaba entonces las partes del instrumental, su ajuste, su deslizamiento, su solidez, su limpieza y... armada estaba ya aquella cosa tan requetefea: la jeringuilla de las inyecciones.

Uno atisbaba, de raspafilón, todas esas operaciones sintiendo en el cuerpo el aceleramiento del corazón y el centrifugado del remolino culero. A mí, personalmente, me solían estremecer los algodones manchados de sangre descolorida que protegían a los citados componentes en el fondo del dichoso estuchillo.

En el aire y en toda la casa flotaba un tenue olor a medicinas, reinaba un espeso silencio y se entrecruzaban muchas miradas. Retengo todavía en mi memoria el aspecto de los ojos agrandados por la preocupación-miedo de mis hermanas pequeñas y el aroma, muy peculiar, que tenía el tapón de goma de las botellillas que contenían los específicos, tapón que la aguja perforaba ahondando en él como presagio de lo que acontecería luego en tus queridas y apretadas nalgas.

Cogía mi padre el serruchillo, raspaba el cuello del botellín de suero, hacía saltar por presión su capuchón y aspiraba el contenido. Mezclaba el líquido con los polvos medicinales de la botellita agitando todo con maestría. Observaba la mixtura y su punto. Introducía la mezcla en la jeringa llenando la cámara. Con el émbolo, empujaba apuntando hacia el techo y afloraba en la aguja una gota del elixir medicinal. Le daba una trompetilla al extremo superior de la jeringa y hacía alumbrar otra gota. Cogía el algodón previamente empapado de alcohol y... te miraba fijamente. Sus dos manos -tan cariñosas siempre- estaban ahora ocupadas con aquellos artefactos que, a su pesar, iba a emplear teniendo que producirte algún daño (amor-dolor: una mala combinación para él).

La tensión, el esfuerzo por no llorar, el fechado de ojos y de toda sensibilidad hacían que la mortificación final fuera más corta; el practicante, de buena praxis, también cooperaba usando su rapidez y las consabidas frases:- ¡Ya está, ya está! ¿Ves que no fue nada? Entonces, tú aflojabas, bajabas la guardia y... te bebías los lagrimones.

Luego, vuelta otra vez al rito: despiece, lavado, secado, acomodación y tapado del hermético estuche. Uno, ya con el olor de la inyección en la boca y más aliviado, miraba de soslaire como desaparecía la agujota al cerrarse la tapilla y, aquello volvía a parecerte ideal para guardar una barra entera del famoso chicle Bazooka (que Dios haya).

Todo se escondía, se guardaba apartándolo de la vista. Mi contrariado padre se lavaba las manos y comíamos (casi siempre la tortura curativa era antes del almuerzo). Volvían los ruidos, las voces y el tamaño normal en los ojos de las chicas. Tú metías la cabeza en el plato entre mohíno por la damnificación y avergonzado por haber llorado (un pisco). La madre servía el condumio dejando caer sutilmente varias frasecitas de consuelo y atajaba, si era preciso, las solapadas risas de las hermanas mayores, esgrimiendo para eso su procerosa presencia y sus justicieros molleros.

El oficiante cooperaba también con la matrona en la labor de apoyar al dolido y de frenar las burlas: él usaba un enérgico carraspeo y una intensa mirada penetrante. Recuerdo claramente que si se le pegaba alguna inyección- teniendo que pinchar dos y hasta tres veces- se enfadaba muchísimo consigo mismo y acababa mascullando maldiciones, echándole pétimas a la estreptomicina del doctor Waksman, nombrando a la madre que parió a Penete y cagándose en el Diablo Cabrón.

Enrique el de Luis García Vega, La Aldea, 2007

Trazos, volúmenes y colores mágicos

 

Asistimos a una exposición de arte conjunta, en un marco cronológico tan significativo como el de nuestras Fiestas Patronales 2007 de nuestro municipio, realizada por dos artistas amigos, Pepe Valencia y Paquita Armas.

Ambos llevan el denominador común del aprendizaje autodidacta y los sentimientos del amor a la tierra, a sus gentes, a sus paisajes, a la tradición ya la madre Naturaleza en general, dichosa y deseada inquietud que plasman en su variada obra artística con técnicas, materiales diversos y a veces complementarios: la tinta, el óleo, el barro... bien sea a plumilla y lápiz, con pincel o con las manos. En ese menester ambos coinciden con una sencillez, minuciosidad y precisión técnica impregnada de fantasía, produciendo llamativos contrastes de luces y sombras en blanco y negro o en el color de armónicos cromatismos. Una obra que, en conjunto, presenta bellos y sorprendentes planos (óleos, plumillas, acuarelas. . .) y fantásticos volúmenes de barro lentamente moldeado y cocido. Una exposición, pues, de buen hacer artístico, en un perfeccionismo tamizado no sólo por la armonía cromática sino por el corazón, los sentimientos. . .

La obra de José Valencia Vega, más conocida entre nosotros y en la Isla, con sus plumillas y cerámicas en constante evolución sobre todo con nuevas experiencias de colores irisados, les va a generar, con sus planos de trazos limpios, selectos, detallistas... sensaciones agradables de inmersión en el pasado, deseo de conservación de los bienes patrimoniales... y en sus volúmenes de barro cocido por él mismo, encontrarán nuevas piezas de maestría en moldeo, un sello de referencia en la alfarería artística de Canarias.

De él decía Berbel (2005), que su obra es un homenaje constante a nuestras islas, a nuestra arquitectura, campo, sentimiento y hombre.

Los cuadros de Paquita Armas van a resultar sorprendentes no sólo en el aspecto global sino en cada uno de ellos, óleos de evidente dominio del pincel con toda la generosidad al crear fantásticas perspectivas de la Naturaleza, sobre todo en sus planos cortos: flores y frutos de la tierra que se dan de la mano y ríen a miles amores, tunos como de los amaneceres en los Palmaretes o en Caiderillos, cristales que hablan. . . pinturas de canción espiritual, de sosiego y hasta la fragancia... En fin, ¡qué cautivante sorpresa los óleos de Paquita la de Mianito en esta su primera exposición, a buen seguro, como todas las de Pepe, exitosa y estimulante!

 

 

 


 

adiós, alameda, adiós

adiós, alameda, adiós

Asombroso. Hoy La Alameda, la plaza vieja, ha anochecido de esta guisa.

Cien años de un escenario histórico del devenir de la gente de La Aldea, bajo aluminio, remaches y plástico. Sin consultar, sin avisar, sin tener en cuenta el valor histórico del sitio...

 

 
 
 
 
 

 

¿Habrá que cambiarle el nombre a este pueblo, otra vez?

Propongo "La Aldea de Todo Vale" o "San Nicolás de la Sorriba".

En palabras de Borges:

No nos une el amor, sino el espanto,

será por eso que la quiero tanto...

 


 

los rescoldos

los rescoldos

A esta hora, las 22:24 en Gran Canaria, se están dando avisos por parte de las autoridades de que los diferentes focos del incendio están controlados, aunque se mantiene la alerta, en previsión de que se produzcan rebrotes por cambios de dirección del viento. A pesar de que las temperaturas han descendido un poco y comienza a llegar aire más fresco procedente del Atlántico, aún persisten los efectos de la bolsa de aire cálido que nos llega desde el continente africano. Debido a la orografía tan accidentada de nuestra isla, dependiendo de la orientación de las zonas afectadas, tiene efecto el aire fresco del océano o la ola de calor sahariano.
Desde el viernes 28 de julio hemos sufrido unas temperaturas altísimas que han llegado a superar los 48 grados centígrados a la sombra. A eso se le unieron rachas de viento superiores a los 70 km por hora y un descenso anormal del nivel de humedad. En esas condiciones ambientales es en las que mejor se propaga el fuego.
También hay que añadir que nuestra masa boscosa, formada en su mayor parte por el pino autóctono canario, no se encontraba todo lo cuidada que cabría desear: en muchas zonas los ramajes secos, la pinocha (manto de hojas de aguja de pino), las piñas y otros rastrojos han servido de yesca para un incendio que ha devastado la tercera parte de la superficie arborícola de Gran Canaria.
Paradójicamente, la especie vegetal menos afectada será el pino canario, un árbol adaptado a lo largo de los siglos a los incendios producidos por los volcanes que han conformado el archipiélago.
Otros vegatales, sobre todo sotobosque, cardones, veroles, tabaibas y otras especies de plantas crasas autóctonas han sufrido peor suerte. También se verán afectadas muchas aves endémicas, como el canario silvestre, el picapinos o carpintero, o el pinzón azul, especie en proceso de extinción relegada precisamente a esa zona quemada.
En cuanto a las personas, y esta es la mayor de las suertes, no ha habido que lamentar muertes por el incendio, aunque muchas casas y fincas han sido arrasadas. Ya se está produciendo lentamente el retorno de los miles de desalojados a sus pueblos, siempre con precauciones y seguimiento de las autoridades y de los servicios médicos.
Personalmente, he vivido este incendio con la mayor de las desazones. Lo que se quemó no queda en árboles, casas, lomas o montes. Se quemó mucho del patrimonio intangible de nuestra cultura, ligada años atrás, antes de la llegada del turismo, a la agricultura, el pastoreo o los oficios propios de la explotación tradicional económica de los pinares. Por allí transitaron y sobrevivieron nuestros antepasados y dejaron las huellas de su forma de vida, y todo eso quedó en cenizas o en recuerdos de los más viejos. Los que vivimos aquí no nos sentimos dueños de la naturaleza, sino parte de ella. Por eso, con desastres como éste, nos sentimos quemados también nosotros.
En Tenerife, mientras tanto, la situación sigue siendo muy grave, porque la masa boscosa de esta isla hermana es superior, pero igual de vulnerable. Y como ya explicaba antes, el clima no ayuda. Y la pesadumbre y el dolor no terminan, porque lo mismo puede ocurrir en cualquiera de las otras islas con bosque: La Palma, El Hierro o La Gomera (en esta última hubo un incendio, afortunadamente extinguido, hace escasamente cuatro días).
Estos hechos terribles ponen al descubierto algo que era un secreto a voces: nuestras islas, con gran parte de su territorio declarado reserva de la biosfera, con unos bosques poco cuidados, con escasos medios logísticos o profesionales, son el escenario perfecto para una catástrofe de esta magnitud.
Al margen de responsabilidades, culpas o pecados, es hora de remediar con reforestación, limpieza, acondicionamiento y medios de emergencia suficientes para atajar lo más pronto posible siniestros tan devastadores.

 


Incendio en Linagua con luna llena

Incendio en Linagua con luna llena

Durante todo el día, hasta el último filo de luz, se intentaba apagar el incendio. Las llamas ya eran visibles desde Tasarte, El Hoyo, hasta desde El Molino de Viento, y la humareda y el olor a madera de pino quemado se extendían por toda La Aldea.

 

 

Llegada la noche, los resplandores ofrecían un espectáculo terrible y hermoso. Para colmo de bellezas dolorosas, salió una inmensa luna llena. Estremecedor, lo que se veía. Más estremecedores, los esfuerzos de los profesionales que arriesgan su vida por nuestra naturaleza. Nunca les pagaremos del todo cada centímetro de monte que han logrado salvar.

 

 
 


 

En el ánimo de toda la gente de La Aldea no hay sino un gran dolor porque parece que nos hemos quemado nosotros mismos.

 

 

 

LINAGUA SE QUEMA

LINAGUA SE QUEMA

Linagua se está quemando. ¿Será demasiado tarde cuando decidan aumentar la alerta? Aún no hay dispositivos suficientes... ¿A qué están esperando? (Mensaje SMS que circula por La Aldea).

Unas fotos de la columna de humo que se observa desde aquí mismo. Cómo será ese infierno.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿Volveremos a ver estas otras?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¿Y qué será del pinzón azul?
 
(imagen de www.grancanaria.com )
 
 
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